HPV vaccine
En el transcurso de los 10 últimos años se han realizado en todo el mundo importantes progresos en materia de desarrollo e introducción de nuevas vacunas así como en la expansión de los programas de inmunización. Se han vacunado más personas que nunca y se está extendiendo el acceso y utilización entre grupos de edad distintos del de los lactantes.

Según la OMS, gracias a la combinación de la inmunización y de otros cuidados de la salud, así como un mejor acceso al agua potable y al saneamiento, el número anual de decesos de niños de menos de cinco años ha disminuido, pasando de unos 9,6 millones en 2000 a 7,6 millones en 2010, y ello a pesar de que cada año aumenta el número de nacimientos.

Ahora, PhRMA, la asociación estadounidense de la industria farmacéutica, en el documento ‘Medicines in Development for Vaccines‘, ofrece una breve panorámica de las 258 vacunas actualmente en desarrollo, de las que 124 están destinadas a combartir enfermedades infecciosas y 105 el cáncer, además de otras 29 para distintos tipos de alergias.

Hace más de 200 años, en 1798, se desarrolló la primera vacuna, para la viruela, que ya ha sido erradicada en todo el mundo, y en muchos países la transmisión de numerosas enfermedades infecciosas ha sido eliminada. Estos son algunos ejemplos de un enorme progreso científico, fruto de la creciente comprensión de cómo estas y otras enfermedades funcionan a nivel molecular.

Gracias a estos avances se han desarrollado nuevas vacunas terapéuticas y preventivas. Por ejemplo, desde la introducción de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) la prevalencia de la infección se ha reducido un 64% entre las mujeres de 14 a 19 años, ayudando a proteger contra el cáncer de cuello de útero.

Las vacunas no sólo se utilizan para prevenir enfermedades infecciosas; algunas se utilizan como tratamientos. Por ejemplo, las vacunas inmunoterapéuticas activan el sistema inmunológico, ayudando a que reconozca y ataque la enfermedad, no a prevenirla. Estas nuevas vacunas ya han mostrado resultados prometedores en el tratamiento del cáncer, con una aprobada en Estados Unidos para el tratamiento del de próstata y muchas más en desarrollo.

Pero la investigación clínica en vacunas presenta desafíos únicos. Por ejemplo, debe administrarse a individuos sanos para demostrar su seguridad y tolerabilidad, lo que dificulta el reclutamiento en los ensayos. Además, la evaluación de la eficacia puede ser especialmente difícil para las vacunas preventivas contra enfermedades infecciosas debido a la naturaleza esporádica e impredecible en la que surgen sus brotes (casos del Zika o Ébola).

En resumen, hay pruebas contundentes que demuestran los beneficios de la inmunización como una de las intervenciones sanitarias más exitosas y rentables conocidas. A lo largo de los últimos decenios, las vacunas han salvado incontables vidas, han reducido la incidencia mundial de la polio en un 99% y reducido la enfermedad, discapacidad y muerte a causa de la difteria, tétanos, el sarampión, la tosferina, Haemophilus influenzae de tipo b y la meningitis meningocócia. De hecho, la OMS estima que gracias a la vacunación se previenen unos 2,5 millones de fallecimientos cada año.

En 2012, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó el Plan de Acción Mundial sobre Vacunas (GVAP por sus siglas en inglés) que tiene como misión mejorar la salud mediante la ampliación más allá de 2020 de todos los beneficios de la inmunización a todas las personas, independientemente de su lugar de nacimiento, quiénes son o dónde viven. Para la OMS, la inmunización es componente esencial del derecho humano a la salud además de responsabilidad de individuos, comunidades y gobiernos, y debe considerarse como tal.

Según PhRMA, más de dos tercios de las vacunas de los últimos 25 años se han desarrollado en Estados Unidos y el resto en Europa.