Los ensayos clínicos son imprescindibles para determinar la seguridad y eficacia de los nuevos medicamentos, y benefician a todas las partes implicadas en su desarrollo. Son sumamente beneficiosos para los pacientes, que gracias a ellos pueden acceder a tratamientos innovadores de forma temprana, en ocasiones la única opción terapéutica disponible, y a un seguimiento exhaustivo de su estado de salud, así como para los profesionales sanitarios, que a través de su participación actualizan sus conocimientos científicos de la mejor manera posible, junto al paciente. Además, estos estudios estimulan la investigación y la innovación en el sistema sanitario y generan un importante flujo económico para los centros que participan en ellos.
La periodista Joanna Guillén Valera ha publicado en ‘CuídatePlus‘ un interesante reportaje divulgativo que da todas las claves sobre la participación de los pacientes en los ensayos y que cuenta con la opinión de dos grandes expertos: Xavier Cañas, director de Promoción de Investigación Clínica del Instituto de Investigación Vall d’Hebron de Barcelona; y Pilar Suñé, del Grupo de Trabajo de Ensayos Clínicos de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria.
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Según los datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), en 2020 se autorizaron en España 1.027 ensayos clínicos (el 80% promovidos por la industria farmacéutica), la cifra más alta de la historia. La inversión de la industria en este ámbito específico ha aumentado a un ritmo medio anual del 4,2% en la última década, pasando de 460 millones de euros en 2010 a los 697 millones en 2020, de los cuales casi la mitad fueron destinados a ensayos en fase III y un 38% a las llamadas fases tempranas, las más complicadas y costosas y las que permiten a nuestros profesionales sanitarios estar a la vanguardia del conocimiento, porque participan desde el principio en el desarrollo de una molécula candidata a medicamento, y a los pacientes que participan en el ensayo recibir el fármaco del futuro.