La acromegalia se diagnostica con unos 10 años de retraso, cuando los efectos de la enfermedad ya son irreversibles. Este diagnóstico llega cuando se hacen evidentes una serie de cambios esqueléticos y faciales llamativos, como el crecimiento de las manos y los pies, u otros problemas de salud como afectación cardíaca o desarrollo de lesiones articulares o varios tipos de cáncer. Conseguir una detección precoz ha sido un reto para la ciencia. Hasta ahora. Un estudio, liderado por científicos referentes a nivel internacional en el ámbito de la acromegalia, han conseguido desarrollar un protocolo con biomarcadores para ayudar a los pacientes con acromegalia a controlar antes los efectos que les causa la enfermedad.
El grupo de Investigación de Endocrinología y Obesidad del Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP), centro asociado a uno de los grandes hospitales universitarios del área de Barcelona, el Hospital Germans Trias i Pujol (HGTiP), en colaboración con el Área de Neuroendocrinologia de la Sociedad Española de Endocrinología (SEEN) han sido los responsables de este relevante paso en cuanto a la investigación y la asistencia de la acromegalia.
Manel Puig, referente internacional en este ámbito, ha liderado este estudio clínico y traslacional demuestra, por primera vez en el mundo, que estos biomarcadores son útiles para predecir la efectividad de los fármacos indicados para el control de esta enfermedad. Por ejemplo, los tratamientos clásicos -como los llamados ligandos del receptor de somatostatina de primera generación (fgSRL)- que hasta ahora solo tienen una efectividad del 50%. En este sentido, otra derivada relevante de este estudio es que el uso de estos biomarcadores ayuda a indicar terapias personalizadas que aumentan la efectividad hasta el 80% y de manera más rápida que con el tratamiento clásico.
Doce años de investigación en acromegalia
Dr. Manel Puig y su equipo han estado trabajando en la investigación de la acromegalia durante 12 años. En este tiempo han logrado posicionarse a nivel internacional en varios aspectos de esta enfermedad rara y han conseguido crear un grupo nacional colaborativo en el Área de Neuroendocrinología SEEN que ha mostrado una actividad científica creciente nacional e internacional y una progresión geométrica en los últimos cinco años.
“Nunca hasta ahora se había hecho un estudio prospectivo poniendo a prueba protocolos con marcadores de respuesta que, en función de lo que indiquen, permiten asignar un tratamiento u otro. Es de hecho la demostración de que la medicina de precisión para tratar la acromegalia es posible, algo que hace años que se estaba debatiendo internacionalmente”, enfatiza Dr. Manel Puig.
La acromegalia, una enfermedad rara
La acromegalia es una enfermedad rara causada por un exceso de secreción de hormona de crecimiento y que se produce en más del 99% de los casos por un tumor generalmente benigno de la hipófisis. Como enfermedad considerada rara, es muy poco frecuente: afecta a unas 70 personas por millón de habitantes en el mundo y cada año se diagnostican entre 6 y 9 casos nuevos por cada millón de habitantes. De hecho, en el Hospital Germans Trias no se suelen ver más de 6 casos nuevos al año.
Puede afectar a cualquier persona y se suele diagnosticar a partir de los 40 años, pero también puede haber casos en la infancia que, si no se diagnostican a tiempo, ocasionan gigantismo. Además de estas deformaciones faciales y esqueléticas que acaban siendo muy manifiestas, el exceso de hormona de crecimiento produce alteraciones severas en otras partes del cuerpo: aumento del tamaño del corazón que puede condicionar insuficiencia cardíaca, tendencia a la diabetes, apnea del sueño y un incremento en el desarrollo de varios tumores, especialmente de cáncer de colon.
Detección precoz para que el tratamiento sea efectivo
Su tratamiento tiene como objetivo normalizar los niveles hormonales, eliminar el tumor y tratar las complicaciones asociadas, algo que se puede conseguir primero con cirugía o con fármacos. En este último sentido, en cuanto al tratamiento médico, hasta ahora se sigue un enfoque de ensayo-error, de manera que durante un tiempo que puede alargarse años, solo se indican determinados fármacos para tratar de controlar la patología.
“Una vez diagnosticada la enfermedad, es clave no perder tiempo en tratarla. Hasta ahora los pacientes podían pasar meses probando fármacos que en el mejor de los casos solo son útiles para la mitad de los enfermos. Ahora, con estos marcadores, descartaremos tratamientos que no funcionarán y podremos centrarnos en otras modalidades terapéuticas que sí lo harán y que tienen una eficacia superior. Si acertamos, en medio año el paciente tiene controlada la enfermedad, pero si no, este plazo se alarga mucho más”, ejemplifica Dr. Manel Puig, investigador principal del estudio.
La celeridad en el control de la enfermedad, además, cobra relevancia en cuanto a su cura. En este sentido, a pesar de que la acromegalia solo se cura con una cirugía, a menudo esta se realiza con más garantías cuando se hace de forma diferida; es decir, controlando primero hormonalmente al paciente con el tratamiento farmacológico pertinente antes de intervenirlo.
ACROFAST: un ejemplo de colaboración en red de enfermedades raras
La realización del estudio, llamado ACROFAST, coordinado por el Dr. Manel Puig ha sido fruto de la colaboración entre los investigadores del German Trias y los investigadores miembros del Área de Neuroendocrinología de la SEEN. En la red de centros de referencia nacionales de patología hipofisaria implicados se ha realizado el diagnóstico, reclutamiento y el seguimiento de los pacientes con acromegalia estudiados.
El estudio ACROFAST publicado recientemente en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, se realizó entre 2018 y 2023 en 21 centros terciarios de referencia de España. En 11 de estos se administró el tratamiento clásico a unos cuarenta pacientes, mientras que, en los centros restantes, 40 pacientes más recibieron un tratamiento personalizado gracias al uso de estos biomarcadores predictivos. Como conclusión, estos últimos controlaron mejor y antes los efectos de la enfermedad, algo relevante si, como se ha dicho, pueden pasar muchos meses hasta que un paciente con acromegalia encuentra la terapia adecuada. El estudio se ha realizado con fondos competitivos del Instituto de Salud Carlos III.