Consejos de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (Servei)

Día Mundial de la Trombosis: concienciación sobre la tercera causa de muerte cardiovascular

Publicado el por Somos Pacientes

Cada 13 de octubre se celebra el Día Mundial de la Trombosis, una jornada dedicada a aumentar la concienciación sobre esta grave afección cardiovascular que, junto con el embolismo pulmonar, constituye la tercera causa de muerte cardiovascular a nivel global, solo superada por el infarto de miocardio y el ictus. La trombosis venosa profunda (TVP), una de las formas más comunes de trombosis, afecta principalmente a las venas profundas de las extremidades inferiores y, en los casos más graves, puede derivar en una embolia pulmonar, una complicación que puede ser letal.

Trombosis

Por eso, desde la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (Servei) recuerdan la importancia de la prevención y la detección temprana. Sus especialistas subrayan la necesidad de poner en marcha campañas educativas que ayuden a la población a identificar los signos tempranos de la trombosis venosa profunda. Entre los síntomas más comunes se incluyen la inflamación, el dolor y el calor en la zona afectada, generalmente en las piernas. Ante la presencia de estos síntomas, es fundamental acudir rápidamente a un especialista para recibir el tratamiento adecuado.

Además, la prevención juega un papel vital en la reducción de la incidencia de la trombosis. Mantener una movilidad adecuada durante períodos prolongados de inactividad, como en vuelos largos o tras una cirugía, puede ayudar a prevenir la formación de coágulos. También se recomienda el uso de medias de compresión y el seguimiento médico regular para las personas con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.

Factores de riesgo y población afectada

La incidencia de un primer episodio de TVP en las extremidades inferiores se estima entre 50 y 100 casos por cada 100.000 habitantes al año. Estas cifras subrayan la relevancia de esta enfermedad, ya que se calcula que uno de cada 100 pacientes diagnosticados con TVP fallece, y en los casos más graves, las tasas de mortalidad y amputación de miembros pueden superar el 40%.

Las personas que tienen más riesgo de desarrollar trombosis venosa profunda son aquellas que han experimentado una inmovilización prolongada, por ejemplo, durante una hospitalización o tras sufrir un ictus. También son más propensas quienes han sido sometidas a cirugías o han sufrido traumatismos importantes. Además, la trombosis es más común en pacientes con cáncer, enfermedades autoinmunes o trastornos sanguíneos. Estos factores subrayan la importancia de un seguimiento médico riguroso en personas con estas condiciones, ya que un diagnóstico y tratamiento a tiempo pueden evitar complicaciones mayores.

El tratamiento estándar para la trombosis venosa profunda se basa en el uso de anticoagulantes, como la heparina, el sintrom o los nuevos anticoagulantes orales. Estos fármacos funcionan disolviendo los coágulos sanguíneos y previniendo la formación de nuevos trombos, lo que ayuda a reducir el riesgo de embolia pulmonar. Sin embargo, en los casos más graves, los radiólogos vasculares e intervencionistas desempeñan un papel clave.

Técnicas avanzadas

Jorge Cobos, miembro de la Servei y especialista en la Unidad de Radiología Vascular e Intervencionista del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, detalla cómo en las fases agudas de la trombosis se utilizan técnicas avanzadas para aspirar o disolver los coágulos, restaurar el flujo sanguíneo y evitar complicaciones. «En pacientes con trombosis venosa profunda extensa, que afecte a venas iliacas o a la vena cava, o en aquellos que no pueden recibir anticoagulantes, la trombólisis con catéter es una opción eficaz«, señala. Este procedimiento implica la inserción de un catéter guiado por rayos X hasta el sitio del trombo, donde se inyectan medicamentos para disolver el coágulo o se aspira el trombo para su eliminación.

Otra técnica utilizada es la implantación de filtros en la vena cava, los cuales permiten el paso de la sangre, pero evitan que los trombos lleguen a los pulmones. Estos procedimientos mínimamente invasivos, guiados por imágenes, permiten a los pacientes evitar cirugías más agresivas y facilitan una recuperación más rápida.