Si hace unas semanas hablábamos sobre la necesidad de elaborar un proyecto para tener claras las diferentes vías de financiación que pueden nutrir de recursos a nuestra asociación de pacientes, hoy nos centramos en el plan estratégico que debe guiar su gestión diaria. Una herramienta que ayuda a definir objetivos y a establecer las acciones necesarias para alcanzarlos en un periodo de entre uno y cinco años. Este documento proporciona una visión global de la entidad, ayuda a estructurar el discurso organizacional y permite anticipar riesgos y gestionar conflictos que puedan surgir en la actividad cotidiana.
Además, el plan estratégico es una oportunidad para presentar la organización a la sociedad y expresar su misión, visión y valores. También fomenta la cohesión dentro de la asociación, permitiendo que todos los miembros compartan criterios y objetivos comunes. Sin embargo, para que tenga éxito, es fundamental que el plan sea realista, medible y flexible, permitiendo adaptaciones según las circunstancias.
Antes de definir las estrategias y acciones concretas, es esencial realizar un análisis de la realidad interna y externa de la organización. Es decir, por un lado se debe evaluar el entorno en el que opera la asociación, considerando factores políticos, económicos, sociales y tecnológicos que puedan influir en sus actividades. También es importante observar las tendencias en el sector de organizaciones de pacientes y analizar la situación de entidades similares para identificar oportunidades y desafíos.
Por otro, es importante llevar a cabo un análisis interno, que consiste en evaluar la situación de la propia organización, revisando la evolución de la entidad, los recursos disponibles y los resultados obtenidos en planes previos.
Definir la misión, visión y valores
El siguiente paso es determinar la identidad de la organización a través de tres elementos clave: la misión la visión y los valores. La primera debe responder a la pregunta: ¿quiénes somos y por qué existimos? La respuesta debe ser clara y concisa, reflejando el propósito de la asociación.
En segundo lugar, la visión define cómo la organización espera verse en el futuro y qué quiere lograr en los próximos años. Y en tercero, los valores representan los principios que guían la actuación de la asociación, como la transparencia, la equidad, la participación y la sostenibilidad.
Además, deben establecerse unos objetivos estratégicos, que siempre han de estar alineados con esos tres elementos, y que sean realistas, alcanzables y medibles. Lo normal es que se establezcan se establecen para un período de tres a cinco años, y que puedan orientarse a diversas áreas, como: el crecimiento y fortalecimiento de la base social de la entidad; la expansión territorial de su influencia; la mejora de los servicios ofrecidos a los pacientes; la sensibilización de la sociedad sobre la enfermedad; o la incidencia en políticas públicas para mejorar la gestión asistencial.
Definir metas y acciones
Cada objetivo estratégico debe desglosarse en metas específicas. Estas deben ser viables, alineadas con los recursos disponibles y relevantes para la comunidad de pacientes. Por ejemplo, si uno de los objetivos es sensibilizar a la sociedad sobre una enfermedad, una meta concreta podría ser la realización de un estudio sobre el conocimiento actual de la población respecto a dicha enfermedad, para mejorar la efectividad de futuras campañas de sensibilización.
Una vez definidas las metas, es necesario diseñar las acciones concretas que permitirán alcanzarlas. Estas deben incluir aspectos como quiénes serán los responsables de ejecución, cuáles serán los plazos y los recursos necesarios. También es recomendable establecer un cronograma de actividades y garantizar que todos los miembros de la asociación conozcan su rol en la ejecución del plan.
![Plan estratégico](https://www.somospacientes.com/wp-content/uploads/2025/02/pexels-karolina-grabowska-5717701.jpg)
Además, es importante contar con un sistema de monitoreo y evaluación que permita medir el grado de cumplimiento de los objetivos y hacer ajustes cuando sea necesario. Para ello, se pueden utilizar indicadores cuantitativos y cualitativos, tales como el número de pacientes atendidos, el nivel de satisfacción de los beneficiarios, el alcance de las campañas de sensibilización o los cambios en las políticas públicas impulsadas por la asociación.
Participación y flexibilidad
Un aspecto clave en la elaboración de un plan estratégico es la participación de los distintos grupos de interés. Involucrar a trabajadores, voluntarios, socios y pacientes en su definición no sólo ayuda a identificar necesidades y prioridades, sino que también fortalece el compromiso de todos con la organización. Incluso cuando no todas las propuestas puedan ser implementadas, el hecho de permitir la participación genera mayor sentido de pertenencia y cohesión dentro de la entidad.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que el entorno en el que operan las asociaciones de pacientes está en constante cambio, por lo que el plan estratégico debe ser un documento flexible y sujeto a revisión periódica. Incorporar aprendizajes de la implementación y evaluar los resultados obtenidos permitirá optimizar futuras acciones y mantener la efectividad de la organización.
En resumen, el diseño y desarrollo de un plan estratégico es un proceso fundamental para garantizar la sostenibilidad y eficacia de una asociación de pacientes. A través de un análisis detallado del entorno, la definición de objetivos claros y medibles y la implementación de un sistema de seguimiento y evaluación, las organizaciones pueden maximizar su impacto y mejorar la calidad de vida de los pacientes a los que representan.
- Este contenido ha sido elaborado a partir de la Guía para la profesionalización de entidades de pacientes, en la que participan la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), el Foro Español de Pacientes (FEP) y la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER), y publicada con el apoyo de Novartis.