El 14 de marzo se celebra el Día Mundial del Sueño, una iniciativa global promovida por la World Sleep Society (WSS) para concienciar sobre la importancia del descanso en la salud física y mental. Este año, el lema elegido es Hacer de la salud del sueño una prioridad, un mensaje que cobra especial relevancia en España, donde los expertos denuncian la falta de reconocimiento institucional y la ausencia de estrategias gubernamentales para fomentar el sueño saludable.

Desde la Sociedad Española de Sueño (SES) y la Asociación Española de Pediatría (AEP) alertan sobre la necesidad urgente de incluir el sueño en las estrategias de promoción de la salud pública, al mismo nivel que la alimentación equilibrada o el ejercicio físico. A pesar de la abrumadora evidencia científica que vincula los trastornos del sueño con enfermedades cardiovasculares, metabólicas, neurodegenerativas y trastornos mentales, la salud del sueño sigue sin contar con la visibilidad y el apoyo institucional necesario.

En palabras de Ana Teijeira Azcona, neurofisióloga clínica y coordinadora de los actos del Día Mundial del Sueño en España, la falta de descanso adecuado está relacionada con mayor riesgo de enfermedades y menor calidad de vida. Sin embargo, «seguimos sin darle la importancia que merece, ni a nivel individual ni social», denuncia la experta.

Un problema importante

Uno de los principales problemas, según Teijeira, es que la estructura social actual dificulta el descanso. Horarios laborales extensos, el retraso del prime time televisivo, la contaminación lumínica y sonora y la falta de educación sobre higiene del sueño contribuyen a que esto no se considere una prioridad. Además, en España no existe una especialidad médica dedicada a la medicina del sueño, lo que provoca un alarmante infradiagnóstico de este tipo de trastornos.

Uno de los aspectos más destacados por la SES y la AEP es la necesidad de promover hábitos de sueño saludables desde la infancia. Según el doctor Gonzalo Pin, coordinador del grupo de sueño y cronobiología de la AEP, los estudios demuestran que los patrones de sueño adquiridos en la infancia suelen persistir en la adultez: el 90% de los niños con buenos hábitos de sueño los mantienen en la adolescencia.

Sin embargo, la realidad es preocupante, ya que más de la mitad de los adolescentes duermen menos de 8 horas por noche, cuando deberían descansar entre 8 y 10 horas. Esto no sólo impacta en su bienestar físico y emocional, sino también en su rendimiento académico. Y es que, según ambos expertos, dormir bien mejora en un 40% los resultados en pruebas cognitivas y reduce en un 28% los problemas de atención y comportamiento en el aula.

Programas educativos

Para solucionar este problema, Gonzalo Pin propone integrar el sueño en los programas educativos con medidas como incluir unidades didácticas sobre el sueño en asignaturas de ciencias y educación física, capacitar a los docentes en la higiene del sueño y la detección temprana de trastornos, fomentar la participación de las familias con talleres sobre rutinas saludables, diseñar aulas con iluminación adecuada para respetar los ritmos circadianos y desarrollar aplicaciones y juegos interactivos que enseñen sobre los ciclos del sueño.

A nivel internacional, existen casos de éxito que demuestran que una buena educación sobre el sueño puede generar cambios significativos. Un ejemplo es la iniciativa Sleep Smart, implementada en 100 escuelas de Australia, que logró mejorar en un 22% la calidad del sueño infantil y aumentar en un 15% el conocimiento sobre higiene del sueño.

En España, la SES y la AEP instan a las autoridades a seguir estos ejemplos y a impulsar políticas de salud pública que incluyan el sueño como un pilar fundamental del bienestar. «Si educamos desde la infancia sobre la importancia del sueño, podemos crear una generación más consciente que impulse cambios sociales y políticos en favor de una cultura que priorice el descanso», concluye Pin.

Encuentro de expertos sobre higiene del sueño

Recomendaciones

Para ayudar a la población a mejorar su calidad de descanso, la SES recomienda seguir una serie de hábitos básicos que favorecen un sueño reparador. Entre ellos, destacan la importancia de realizar ejercicio físico diario, preferiblemente al aire libre, evitando entrenamientos intensos antes de acostarse; mantener una dieta equilibrada con cenas ligeras y saludables; evitar el consumo de alcohol y tabaco antes de dormir; y reducir la ingesta de cafeína, té, chocolate y bebidas energéticas en las horas previas al descanso.

También se recomienda: controlar los niveles de estrés y ansiedad durante el día; establecer un horario de sueño regular, acostándose y levantándose a la misma hora; asociar la cama exclusivamente al sueño, evitando comer, trabajar o ver televisión en ella; y limitar el uso de pantallas luminosas antes de dormir. Por otra parte, es mejor no permanecer en la cama si se está muy despierto, optando en su lugar por realizar una actividad relajante. Y, en caso de insomnio, se pueden practicar técnicas de relajación como la meditación o la lectura para inducir el sueño de manera natural.