La hipoacusia infantil afecta cada año a cerca de 1.890 familias en España. Una elevada incidencia que se traduce en que 5 de cada 1.000 recién nacidos presentan algún grado de pérdida auditiva. Y 1 de cada 1.000 padece sordera severa o profunda, según la Comisión para la Detección Precoz de la Sordera Infantil (Codepeh). Para dar a conocer estas cifras, la unidad Gaes Junior ha lanzado una campaña de sensibilización centrada en la detección precoz y la participación activa de padres, madres y profesionales pediátricos.

La sordera infantil no detectada a tiempo puede afectar de forma significativa al desarrollo del lenguaje, la integración social y el rendimiento escolar. Por este motivo, los expertos insisten en que la pérdida auditiva debe diagnosticarse antes de los tres meses de edad y tratarse antes de los seis. “La salud auditiva en la infancia no puede esperar. Cuanto antes se detecta una pérdida auditiva, antes se abren las puertas al desarrollo, al lenguaje y a la participación plena del niño o niña”, recuerda Inma Cabrera, responsable de Marketing de Gaes Junior.

Sin embargo, muchos padres desconocen las señales de alerta o los factores de riesgo asociados, como antecedentes familiares, infecciones durante el embarazo o el uso de determinados medicamentos. A estos factores se suma la creciente incidencia de sorderas progresivas o adquiridas en la infancia, vinculadas al uso prolongado de auriculares, traumatismos o infecciones como la otitis.

Señales que no deben pasar desapercibidas

Para mejorar la detección en el entorno familiar, Gaes Junior ha publicado una web que sirve como guía práctica, en la que se destacan algunos signos de sospecha a los que conviene prestar atención desde los primeros meses de vida. Entre ellos, que el bebé no reaccione ante sonidos fuertes, no gire la cabeza al escuchar la voz de sus progenitores, no comience a balbucear hacia los seis meses o no diga sus primeras palabras alrededor del primer año.

Observar estas señales puede ser clave para iniciar una intervención temprana que evite problemas futuros. Desde la entidad se recomienda, además, no limitarse al cribado neonatal, sino realizar controles periódicos de audición durante toda la infancia. En este sentido, también se recomienda la colaboración con pediatras, centros educativos y profesionales de la salud, una pieza clave para garantizar una respuesta temprana. Todo ello con el fin de fomentar esa detección precoz y reducir la incertidumbre ante un posible diagnóstico.