Con independencia de otros factores de riesgo y comparados frente a la población general, los pacientes infectados por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) tienen un riesgo hasta un 50% superior de padecer un infarto agudo de miocardio. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) y publicado en la revista JAMA Internal Medicine.
En palabras del doctor Matthew S. Freiberg, director de la investigación, «nuestros resultados muestran que, en tres décadas diferentes de edad, la incidencia de infartos agudos de miocardio es mayor en los pacientes seropositivos que en aquellas personas que, con una edad similar, no han contraído la infección por el VIH».
Mayor riesgo CV, cuando menos en varones
Los tratamientos antirretrovirales han posibilitado un incremento de la esperanza de vida de las personas infectadas por el VIH. Así, y dado que alcanzan edades más longevas, su riesgo cardiovascular es, tal y como sucede en la población sin el virus, mayor. Sin embargo, dicho riesgo no ha sido correctamente determinado. Por ello, y con objeto de obtener esta información, los autores evaluaron durante una media de 5,9 años a un total de 82.459 participantes –con y sin VIH y en su gran mayoría varones.
Durante el estudio se produjeron un total de 871 infartos de miocardio, la mayoría en la población más longeva. Así, mientras la tasa de infartos por 1.000 habitantes y año se estableció en 2 para las personas con VIH y en 1,5 para los no infectados en el grupo con edades comprendidas entre los 40 y los 49 años, las tasas fueron de 3,9 en los seropositivos y de 2,2 en los no infectados en los participantes con edades entre los 50 y los 59 años, y de 5 en los pacientes VIH y de 3,3 en la población no infectada en los participantes con edades entre los 60 y los 69 años.
Además, el incremento del riesgo asociado con el VIH –y con el recuento bajo de células CD4– fue independiente de otros factores de riesgo, caso de la presencia de comorbilidades –como la hepatitis C, la enfermedad renal y la anemia– o del consumo de sustancias tóxicas como el alcohol o el tabaco.
En este contexto, sin embargo, debe tenerse en cuenta, tal y como puntualizan los autores, «que es posible que los resultados no puedan aplicarse a las mujeres ya que los participantes en el estudio fueron en su inmensa mayoría varones».
– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘JAMA Internal Medicine’?
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