En la actualidad, y cuando menos en nuestro país, la cifra de fumadores es mayor en la población joven femenina que masculina. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por la compañía farmacéutica Pfizer en el que se observa que, frente a un 25% en el caso de los varones, el 31% de las mujeres españolas con edades comprendidas entre los 16 y los 24 años son fumadoras. Un aspecto muy a tener en cuenta dado que, entre otras consecuencias perniciosas, el tabaco es responsable del desarrollo del 85-90% de los casos de cáncer de pulmón.
Como explica la doctora Isabel Nerín de la Puerta, responsable de la Unidad de Tabaquismo de la Universidad de Zaragoza, “las mujeres siguen asociando fumar como un acto de libertad y consideran que les aporta beneficios relacionados con el control del peso y las emociones negativas, y si bien los hombres son los que más han sufrido las consecuencias del hábito tabáquico, se debe simplemente a que empezaron antes; por ello, las mujeres se consideran a sí mismas de ‘bajo riesgo’ en relación con el consumo de tabaco”.
En este contexto, sin embargo, debe tenerse en cuenta, como recuerda Nerín de la Puerta, “que en Estados Unidos, país en el que las mujeres empezaron a fumar antes que las españolas, la mortalidad por cáncer de pulmón ha aumentado un 600% en los últimos 50 años”. De hecho, el cáncer de pulmón constituye a día de hoy la primera causa de muerte por enfermedad oncológica entre las ciudadanas de Estados Unidos, incluso por encima del cáncer de mama.
4.000 sustancias tóxicas
En el caso concreto de la mujer, el tabaco influye de manera decisiva en la salud sexual y reproductiva en sus distintas etapas de la vida. Y si se combina, además, con la toma de anticonceptivos orales, “el tabaco aumenta notablemente el riesgo de padecer alguna enfermedad cardio o cerebrovascular y produce menopausia precoz”, advierte Nerín de la Puerta.
Por todo ello, y dado que los factores por los que se justifica el consumo de tabaco son diferentes entre los hombres y las mujeres, los especialistas apuestan por abordar el tabaquismo en la población femenina de una forma más específica.
Así, y en primer lugar, deben desmitificarse ciertas creencias asociadas con el hábito tabáquico, caso del miedo a engordar consecuente con su cesación o que el fumar ayuda a controlar la ansiedad. Y es que, como apunta Nerín de la Puerta, “el peso se debe controlar con estrategias sencillas de dieta y ejercicio físico, y no inhalando 4.000 sustancias tóxicas, algunas de ellas cancerígenas, como ocurre al fumar; además, la nicotina tiene tanto efectos ansiogénicos, que crean ansiedad, como ansiolíticos, que la disminuyen, y todavía no está claro cuál es el efecto predominante”.
– A día de hoy, la Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón (AEACaP), asociación de pacientes dedicada al cáncer de pulmón, es ya miembro activo de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?