La llegada a casa se produjo bajo la evidente expectación de toda la familia y con la madre aún convaleciente de una bacteria contraída en quirófano y un seroma en la herida de la cesárea. Llegamos acogidos a un programa de hospitalización a domicilio llamado HADO.
Mediante HADO se intentan reproducir en casa las mismas condiciones que en el hospital. Incluso las visitas están restringidas tanto en número de visitantes como en duración. No podían salir de la habitación donde se las instaló y lógicamente nada de salir a la calle.
Los días se sucedían pesándolas en la báscula que facilita el hospital, tomando temperatura, cantidad de alimento ingerido, si hay o no reflujo, consistencia y color de las heces, etc. Todo ello para comunicarlo a la enfermera, que llamaba a diario. Cuando nosotros, ya en casa, nos empezamos a encargar de ellas, se nos hizo más evidente que Martina no solo tenía un problema en sus manos. La posición de sus brazos resultaba distinta e incluso los movía de forma peculiar.
En aproximadamente dos meses iniciamos los trámites para incluir a nuestras hijas en el Equipo SIDI (Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana). En él encontramos distintos profesionales que, mediante programas multidisciplinares, se encargan de evaluar a pequeños/as que presentan algún tipo de problema a distintos niveles. Andrea fue alta hace ya bastante tiempo, mientras que a día de hoy Martina aún sigue acudiendo una vez a la semana para seguir trabajando en su evolución principalmente a nivel psicomotor.