Ésta es la frase mágica para que Martina hiciera y haga uso de su pulgar.
Los resultados de la última intervención fueron sorprendentes pese a sus evidentes secuelas. Su pequeño dedo tan solo lo puede articular por su falange proximal (esta es la más cercana a la palma de la mano), la otra falange quedo y quedará rígida. No obstante, esto no le impide realizar sencillas tareas de forma correcta o ‘a su manera’, que es como más le gusta y es cuando le tenemos que recordar aquello de «Martina, ¡cógelo como te ha dicho Carmen!».
El apoyo de la terapia ocupacional fue tan necesario como positivo. Casi todo el trabajo que con ella se realizaba estaba centrado en que su pulgar adquiriera fuerza y movilidad. También se pretendía desarrollar el equilibrio, procurar una bipedestación y sedestación erguidas y, algo muy importante para su estrecha espalda, ganar amplitud de movimientos en los hombros.
Ahora, para una próxima intervención, toca esperar. Esperar a ver como crece su pulgar izquierdo, algo más crecido e inestable de lo normal. Esperar también cuánto y hasta cuándo crece su radio derecho que, al ser más corto que el cúbito, es lo que le procura la desviación de su muñeca. En definitiva, queda aguardar pacientemente el paso de mucho tiempo para ver cómo reaccionan sus miembros superiores, construidos con información genética errónea, ante las intervenciones y el crecimiento.
Las semanas iban pasando y llegó el día de revisión en rehabilitación. En esta revisión examinarían las aptitudes adquiridas y prorrogarían la terapia ocupacional. No fue así.
De un plumazo le quitaron la terapia argumentando que ya había estado seis meses y que había aprendido mucho. Si a una personilla de dos años y medio le retiras un tratamiento, una terapia, etc, conseguirás no solo un alto en su aprendizaje/avance, también un retroceso y hasta una pérdida de lo conseguido.
Con la segura intención de animarnos un poco y a modo de premio de consolación nos dijeron: «pero no os preocupéis que seguiremos viéndola cada año». Al salir de la consulta hablamos con Carmen. Quedó espantada con la decisión tomada y vio sus expertos y favorables informes ninguneados, pero donde hay patrón, no manda terapeuta.
Antes de acabar la entrada de hoy quisieramos haceros participe a todos de un bonito episodio. El dia 19 de Marzo, a media tarde, nos encontrábamos bañando a nuestras pequeñas. De repente Martina alzó su mano derecha y con una amplia sonrisa mientras movia su pulgar dijo: «¡Mira papa, se me ha quitado la pupa!».
Esa fue la primera vez que la vimos mover su dedo de forma consciente y en cualquier dirección, donde ella quiso y como ella quiso.