Los días siguientes a la operación fueron ciertamente complicados. Era difícil tarea dejar que Martina continuara con su aprendizaje al andar sin que golpeara el suelo con sus manos recién operadas. El baño había que realizarlo con sumo cuidado, el vendaje no se podía mojar dado que se humedecerían las suturas provocando picores e incluso infecciones.
Las molestias y dolores tampoco facilitaban las cosas…; a cada momento había que estar tras ella con analgésico y antiinflamatorios. Además de que cada día había que retirar los apósitos que cubrían los pulgares para desinfectar la incisión de la punta del dedo y la punta aguja que realizaba la osteosíntesis, la cual sobresalía por la piel.
Los días pasaban lentamente si tenemos presente que lo que esperábamos era ver el resultado de la intervención y unas manos mas ‘al uso’. A nuestra impaciencia había que sumar que la pequeñaja agarraba ocasionales enfados dado que se veía bastante limitada a la hora de jugar y explorar.
Llegó el día en que debían retirar los apósitos de la mano izquierda. Al ver su ‘nuevo’ pulgar se nos borró automáticamente su anterior aspecto. Ahora era más corto y tenia mejor posición. En la consulta todos nos quedamos sorprendidos de la buena apariencia que tenía. Ella al verse la mano izquierda libre se conformó y digamos que dio por bueno el mal rato.
A los siete días regresamos para que levantasen los apósitos de la mano derecha, que es la más afectada. Si en la anterior había nervios, en ésta sentíamos algo más que no sabemos explicar. Cuando terminaron de retirar las vendas todos comprobamos que ese apéndice que tenia por dedo se convirtió en un pulgar. Aun hoy, al recordar todo esto, es inevitable notar un nudo en la garganta.
Ahora tocaba trabajar las manos día a día. Animarla a que incorporase su nuevo dedo a sus juegos y aprendizajes. No todo había acabado, es más, no había hecho más que empezar. La intensa, complicada y necesaria intervención no sirvió más que para fijar las bases de las futuras operaciones que aliviarían en gran medida el problema de Martina.