Un día acudimos a la que podía haber sido una consulta más. Llegamos a traumatología con la intención de conocer qué soluciones encontraban al problema de Martina y poner en conocimiento del equipo de traumatólogos el camino que habíamos iniciado buscando un especialista suficientemente decidido y cualificado.
Ese día nos llevamos la sorpresa de conocer a las doctoras Irene de Gálvez y Esther Díaz de las cuales no teníamos noticias hasta el momento. Fue la Dra. De Gálvez la que nos puso al tanto de las necesidades y las posibilidades para que nuestra hija tuviera unas manos suficientemente funcionales el día de mañana?., la estética quedaba en un más que evidente segundo plano. Lógicamente esa no era nuestra principal preocupación.
Dado que era el primer día que veía a Martina, la doctora comenzó la rutina para ver las particularidades de sus manos. Finalizado esto nos puso al corriente de que no nos enfrentábamos a una intervención, sino a dos y seguramente a más. Esto empezaba a perfilarse como algo que duraría años y siempre encaminado a un único fin?., la funcionalidad como meta principal. Para ello, en lenguaje de la calle, debían acortar los pulgares, rotarlos, reubicar el pulgar derecho?., y eso sería solo el principio.
Para finalizar la consulta nos dijo que al término del verano Martina entraría en quirófano para operarle una de sus manos, probablemente la izquierda, y no mucho más adelante volvería a ser intervenida para operar la derecha. Nos marchamos de la consulta con la petición de la Dra. De Gálvez de que le procurásemos fotos y videos de nuestra pequeña cogiendo objetos para de esa forma tener imágenes de cómo se desenvuelve en su entorno y sin extraños.
Además de la petición de la doctora, nos íbamos con la sensación de haber tenido la gran suerte de encontrar a una gran profesional y de haberla encontrado en nuestra ciudad de origen, rodeados de nuestras respectivas familias y amigos.