La malformación de Arnold Chiari es una anomalía cerebral que consiste en que el cerebelo, la parte del cerebro que controla la coordinación y el movimiento muscular, sobresale y ocupa parte del espacio que normalmente ocupa la médula espinal. Algunos niños nacen con la anomalía, mientras que otros la desarrollan conforme van creciendo. A veces, ocurre porque el espacio de la parte posterior del cráneo, donde reside el cerebelo por encima de la columna vertebral, es demasiado pequeño o tiene una forma anómala. En este espacio restringido se comprime el cerebelo e incluso parte del tronco encefálico, encargado de controlar los nervios de cara y cuello, estrujándose hacia el ‘foramen magnum’ (un orificio en forma de embudo ubicado debajo del cráneo a través del cual solo suele pasar la médula espinal).
La malformación de Arnold Chiari también recibe el nombre de hernia tonsilar o ectopia tonsilar, ya que la parte del cerebelo que desciende hacia el ‘foramen magnum’ recibe el nombre de amígdalas cerebelosas. La presión que provoca esta malformación sobre el cerebelo, el tronco encefálico y la médula espinal puede impedir que estos órganos funciones correctamente. También puede obstruir la circulación del líquido cefalorraquídeo (LCR), el fluido que rodea tanto al cerebro como la médula espinal y que protege estos órganos de posibles lesiones. Cuando el LCR no circula de forma adecuada, se puede acumular dentro del cerebro y de la médula espinal, obstruyéndose la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo. Hay cuatro tipos distintos de malformación de Arnold Chiari (I, II, III y IV). El tipo I es, delejos, el más frecuente en la población infantil.
En el programa que ‘Enfermedades Raras’ dedicó al síndrome Arnold Chiari el pasado 29 de abril de 2014 participaron Marta Fernández de Gamboa, presidenta de la Asociación Nacional de amigos de Arnold Chiari; el doctor Alfredo Avellaneda, pediatra y coordinador nacional de EE RR de Semergen; y Sonia Fernández, fisioterapeuta del CREER.