Cáncer Infantil

El cáncer infantil es un término que se refiere a varios tipos de cáncer que se presentan en bebés, niños y adolescentes. A diferencia del cáncer en adultos, que suele estar relacionado con factores de riesgo ambientales y de estilo de vida, el cáncer infantil a menudo resulta de mutaciones genéticas que ocurren en las primeras etapas del desarrollo.

Estas mutaciones pueden ser esporádicas y no están necesariamente relacionadas con factores hereditarios o ambientales específicos. La biología del cáncer infantil también difiere significativamente de la de los adultos, lo que influye en su tratamiento y pronóstico.

Entre los tipos más comunes de cáncer infantil se incluyen las leucemias, tumores cerebrales, linfomas y neuroblastomas. Las leucemias, particularmente la leucemia linfoblástica aguda (LLA), representan aproximadamente un tercio de todos los casos de cáncer infantil y se originan en la médula ósea y la sangre.

Los tumores cerebrales, como los meduloblastomas y los gliomas, constituyen el segundo tipo más frecuente de cáncer en niños y se caracterizan por su diversidad y la complejidad del tratamiento. Los linfomas, que incluyen tanto el linfoma de Hodgkin como el linfoma no Hodgkin, afectan el sistema linfático y pueden presentarse con síntomas como ganglios linfáticos inflamados y fiebre.

Además, los tumores sólidos como el neuroblastoma, que afecta el sistema nervioso simpático, el tumor de Wilms, un tipo de cáncer renal, y el rabdomiosarcoma, que se origina en los músculos esqueléticos, también son comunes en la población pediátrica.

El diagnóstico del cáncer infantil puede ser un desafío y retrasarse, ya que los síntomas iniciales a menudo son inespecíficos y pueden parecerse a los de enfermedades menos graves. No obstante, la detección temprana es crucial, ya que permite iniciar el tratamiento en fases menos avanzadas de la enfermedad, mejorando significativamente las posibilidades de éxito y la supervivencia a largo plazo.