Dermatitis Atópica

La dermatitis atópica, también conocida como eczema atópico, es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se caracteriza por la aparición de erupciones cutáneas pruriginosas (que causan picazón), enrojecimiento y sequedad. Esta condición afecta la barrera cutánea, haciéndola más susceptible a irritaciones y a la pérdida de humedad.

Las áreas afectadas de la piel pueden volverse gruesas y escamosas debido al rascado constante, lo que puede llevar a infecciones secundarias. Los síntomas típicos incluyen parches de piel enrojecida y con comezón, que pueden exudar líquido y formar costras cuando se rascan. La enfermedad suele comenzar en la infancia, con el 90% de los casos apareciendo antes de los cinco años, aunque también puede surgir por primera vez en la edad adulta.

La dermatitis atópica es una de las formas más comunes de eczema y puede tener un curso fluctuante con períodos de exacerbaciones y remisiones. Durante los brotes, la inflamación y la picazón pueden ser severas, mientras que en las fases de remisión, la piel puede parecer relativamente normal, aunque sigue siendo más seca y sensible que la piel sana. Los desencadenantes comunes de los brotes incluyen el estrés, el clima frío y seco, los alérgenos y ciertos irritantes químicos. Debido a la naturaleza crónica de la enfermedad, el manejo a largo plazo es esencial para minimizar los síntomas y mejorar la calidad de vida.

En España, la prevalencia de la dermatitis atópica es significativa. Según datos de la Asociación Española de Pediatría, aproximadamente el 10-20% de los niños y el 1-3% de los adultos sufren de esta enfermedad. En los niños, la dermatitis atópica suele manifestarse durante los primeros seis meses de vida y puede mejorar con la edad, aunque en aproximadamente el 30% de los casos persiste hasta la adultez.

A pesar de no ser una condición mortal, la dermatitis atópica puede afectar considerablemente la calidad de vida de quienes la padecen. Los brotes pueden interferir con el sueño y las actividades diarias, y el aspecto visible de las lesiones puede causar estrés emocional y afectar la autoestima, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes.