La efectividad de la prevención y la necesidad de un diagnóstico precoz que evite que la enfermedad progrese y convierta al trasplante en la única opción para el paciente han sido los mensajes principales del Día Mundial del Riñón celebrado este jueves bajo el lema “Riñones para vivir”.
La edición de 2012 ha tenido también entre sus objetivos informar a la población sobre la situación actual del trasplante como tratamiento sustitutivo y como alternativa a la hemodiálisis y la diálisis peritoneal. “El trasplante es la mejor opción terapéutica para los pacientes con enfermedad crónica avanzada”, señala el Dr. Martínez Castelao, presidente de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), organizadora del Día en colaboración con la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón (ALCER), miembro activo de Somos Pacientes; la Sociedad Española de Trasplante (SET) y la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica (SEDEN).
Tratamiento sustitutivo
En España, en torno a 50.000 personas se encuentran en el estadio 5 de una enfermedad renal crónica (ERC) y precisan un tratamiento sustitutivo renal. De éstas, cerca de la mitad está trasplantada, un 46% en hemodiálisis y un 5% en diálisis peritoneal. Por eso, según el Dr. Martínez Castelao, “a pesar de que somos un país trasplantador tenemos que hacer más incidencia en la prevención y en la importancia de detectar la enfermedad renal en los primeros estadios, 1 y 2 fundamentalmente, para evitar que progresen, sobre todo porque un simple análisis de orina y de sangre dan las claves para identificar una posible patología renal y atajar su evolución”.
En la sesión informativa celebrada con motivo de la jornada, retransmitida en directo por Somos Pacientes, se puntualizó que a pesar de ser una enfermedad con una prevalencia menor a otras como la cardiaca o la respiratoria, la enfermedad renal crónica representa un gasto muy elevado para el Sistema Nacional de Salud (SNS), consumiendo en torno al 2,3% del presupuesto sanitario total.
El trasplante, la mejor alternativa
El pasado 2011, España batió su propio récord de donación, situándose de nuevo en el primer lugar mundial. En concreto, el trasplante renal se incrementó un 12,3%, alcanzando la cifra de 2.494 intervenciones y posibilitando un descenso de la lista de espera. A pesar de ello, en la actualidad 4.434 pacientes aún se encuentran en espera.
El tiempo en lista de espera varía en función de las características de cada paciente, pero como media oscila entre los 18 y los 24 meses. Al incremento en la actividad de trasplante renal también ha contribuido de manera muy significativa el trasplante de donante vivo. El año pasado se realizaron en nuestro país 312 trasplantes de este tipo, el 12,5% del total de trasplantes renales.
Tras señalar que “el trasplante es la mejor terapia disponible para los pacientes con enfermedades renales crónicas, ya que proporciona mejores resultados en términos de supervivencia y calidad de vida, además de ser la terapia de menor coste”, la Dra. Domínguez-Gil, experta en nefrología de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), puntualiza las ventajas del trasplante de donante vivo frente al de donante fallecido: “en el de vivo las características del donante son idóneas, se trata de un procedimiento realizado de manera programada y puede realizarse en un alto porcentaje de los casos de forma anticipada, antes de que el paciente inicie tratamiento con diálisis”.
Vida normal
Para el Dr. Manuel Arias, presidente de la Sociedad Española de Trasplante (SET), aunque existen múltiples estudios que demuestran que el trasplante es la mejor técnica de sustitución para la insuficiencia renal crónica, “ello no quiere decir que los pacientes que por sus circunstancias clínicas, fundamentalmente a causa de enfermedades asociadas, no pueden someterse a un trasplante no tengan en la actualidad buena calidad de vida en diálisis”.
Uno de los mayores logros de la medicina actual es que la vida de un trasplantado renal no sea muy diferente a la de la población general de la misma edad una vez recuperada la función renal, a pesar de que deba tomar medicación permanente. Sin embargo, señala el Dr. Arias, “la edad media de los pacientes trasplantados es alta y muy frecuentemente, cuando llegan al trasplante, presentan comoborbilidades: hipertensión arterial, arteriosclerosis, enfermedades articulares, etc., que a veces necesitan tratamiento y limitan su calidad de vida más que el trasplante en sí mismo”.
Buena información
María Jesún Rollán, presidenta de Sociedad Española de Enfermeria Nefrológica (SEDEN), hizo hincapié en la importancia de que el paciente cuente con buena información. Según Rollán, “una vez que el paciente abandona la unidad de trasplante renal se inicia una de las fases más complicadas de todo el proceso: la vuelta a la normalidad y con ella la adaptación a la vida cotidiana”. Fuera del hospital, el paciente deja de estar bajo el control de la enfermería y el personal sanitario y pasa a ser responsable absoluto de su riñón. El alta representa el final de un largo padecimiento y el comienzo de una nueva vida.
Desde la experiencia del propio paciente, Alejandro Toledo, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha contra las Enfermedades del Riñón (ALCER), considera que “la mejor opción es prevenir esta enfermedad para no llegar a necesitar nunca un tratamiento renal sustitutivo, ya que se trata de terapias muy agresivas como el trasplante o la diálisis”. La principal ventaja del trasplante renal, concluye Toledo, es la mejora sustancial en la calidad de vida, ya que evita “depender de un tratamiento que se debe seguir a diario en su domicilio o varios días a la semana en un centro sanitario”.
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