Los resultados, en opinión de la Dra. Consuelo de Dios Perrino, responsable del Programa de Trastornos Bipolares del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario La Paz de Madrid y coordinadora del estudio, «son sorprendentes y deben mover a una profunda reflexión sobre la información que se transmite de estas enfermedades a través de los medios de comunicación».
El estudio, promovido por la Fundación AstraZeneca, ha sido desarrollado gracias a la colaboración de distintas asociaciones de pacientes inscritas en Somos Pacientes: la Federación Andaluza de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES Andalucía), la Asociación de Biopolares de Andalucía (ABBA), la Asociación Madrileña de Asociaciones Pro Salud Mental (FEMASAM), la Asociación Madrileña de Amigos y Familiares de Personas con Esquizofrenia (AMAFE), y la Asociación de familiares y personas con enfermedad mental grave (ASAENES).
Combatir el estigma
Por lo que respecta a los resultados, el 82% de los participantes conocía ambas enfermedades, pero hasta un 51% no conocía ningún síntoma de la esquizofrenia. Asimismo, un 59% consideraba que son difíciles de diagnosticar; un 27% que no se diagnostican –o que son ocultadas– por miedo al rechazo social; un 49% que interfieren bastante en la vida cotidiana y un 42% que impiden la vida normal.
Asimismo, y si bien un 82% de los encuestados manifestó, acertadamente, que los tratamientos eficaces son psicológicos –o farmacológicos para un 72%– y que deben administrarse durante toda la vida dado que su abandono podría dar lugar a recaídas; una parte no desdeñable de los participantes consideró que sólo se deben tratar cuando hay síntomas, pues «un tratamiento muy prolongado puede ser perjudicial«.
Sobrecarga familiar
Es más; como muestran los resultados del estudio, los ciudadanos consideran que ambas enfermedades se asocian con el rechazo social, la sobrecarga familiar y el sufrimiento de los pacientes. Una ciudadanía para la que tanto la esquizofrenia como el trastorno bipolar suponen una «preocupación» dada la «peligrosidad inherente a las mismas».
En definitiva, «estos resultados confirman la necesidad de combatir el estigma asociado a las enfermedades mentales, y la dificultad de acceso al sistema sanitario como otro elemento que retrasa y dificulta el diagnóstico«, concluye la Dra. De Dios Porrino.
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