En palabras de Javier Font, presidente de FAMMA-Cocemfe Madrid, “es sorprendente que no exista una regulación al respecto de cómo deben ser las salas de cine para el adecuado visionado de las películas por parte de las personas con discapacidad física y, de manera general, para todas las personas. Las personas con movilidad reducida salen, en muchos casos, de las salas de cine con dolores y con una condición física peor de lo que estaban antes de entrar en las mismas”.
Regular la accesibilidad
A día de hoy existes numerosas salas de cine que, como denuncia la Federación, “ubican a las personas usuarias de silla de ruedas de forma muy próxima a la primera fila de butacas, lo que provoca que tengan que permanecer en una posición incómoda y nada ergonómica durante el tiempo que duran las proyecciones o espectáculos análogos, generalmente durante más de dos horas”.
En este contexto, debe tenerse en cuenta que cuanto mayor es la proximidad del espectador a la pantalla, menor es la zona de visión y el centro de atención. De hecho, y por lo general, “las primeras ocho filas de las salas de cines apenas son ocupadas por espectadores dada la incomodidad de la proximidad de la pantalla y el excesivo volumen sonoro durante la proyección”, recuerda FAMMA.
Es más; si bien es habitual que la persona usuaria de silla de ruedas acuda acompañada de un asistente personal o de otra persona o familiar, también es común que no pueda disfrutar de la proyección en su compañía. Y es que como concluye la Federación, “por lo general, se ubica a todas las personas usuarias de silla de ruedas en una zona concreta, que habitualmente se encuentra en una zona incómoda y que no facilita el visionado con comodidad, como es la primera fila”.
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