Los niños y niñas también sufren ictus. España detecta 120 casos en menores cada año. Entre el 60 y el 80% tiene secuelas. Se trata de una de las diez principales causas de mortalidad infantil.
El ictus pediátrico es difícil de diagnosticar y comporta una sintomatología muy diferente a la de las personas adultas. Constituye una patología grave, que determina en un alto porcentaje secuelas graves, daño cerebral de por vida y conlleva un alto coste tanto familiar, social y económico.
Para minimizar sus secuelas es fundamental un diagnóstico precoz y un tratamiento temprano. El cerebro de un niño está en desarrollo, por lo que tiene una gran capacidad de repararse por sí mismo. Con la ayuda de una terapia divertida y una fisioterapia basada en el juego, muchos de estos niños logran recuperarse de las secuelas y mejorar su calidad de vida presente y futura.
El proyecto Ictus pediátrico. Ayudas para fisioterapia terapéutica a través del juego ofrece apoyo a familias con alto grado de vulnerabilidad, pues son muchas las que no pueden asumir los costes de los tratamientos de rehabilitación cuando los menores salen del hospital. La iniciativa quiere dar respuesta urgente en la cadena asistencial a menores que han sufrido un ictus.