«Nuestro objetivo era cambiar esa dinámica. El 2.0 nos daba unas posibilidades enormes. Podíamos llegar a muchos pacientes y podíamos interactuar y retro-alimentarnos (el famoso “feedback”). Nos pusimos manos a la obra. El 111, aparte de ser una cifra que se alejaba de la temida hipoglucemia, nos daba enormes posibilidades creativas. Sobre esta cifra podía pivotar un universo de motivación y ese fue camino que comenzamos a andar, el camino de animar, alentar y motivar».
Un paciente crónico motivado se empodera mucho antes y es capaz de sobreponerse a los efectos devastadores de la cronicidad. Es evidente que toda motivación sin educación diabetológica no sirve de mucho, pero es un gran primer paso, sobre todo para los más pequeños.