Cerca del 80% de los 250.000 pacientes con epilepsia españoles es menor de edad. Además, como muestra el primer Atlas de epilepsia en la edad pediátrica elaborado en España, uno de cada cinco, esto es, en torno a 60.000 pacientes, aún no ha cumplido los 14 años.
La epilepsia, cuyo origen puede ser muy variado en función de la edad del diagnóstico, tiene su mayor incidencia durante los primeros 10 años de vida, período en el que se detectan entre 75 y 250 casos por cada 100.000 habitantes.
Durante la primera década de la vida, explica el Dr. Ignacio Málaga, de la Unidad de Neuropediatría del Hospital Universitario Central de Asturias y coordinador de este Atlas avalado por la Asociación Española de Pediatría (AEP) y por la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), “el pronóstico suele ser muy esperanzador, dado que en hasta un 70% de estos pacientes se consigue la curación o un control y reducción de las crisis”.
Es más; “entre un 20% y un 30% de los pacientes se curan prácticamente solos, por lo que ni siquiera es necesario iniciar un tratamiento”, asegura el Dr. Málaga. Tal es así que estos menores pueden llevar una vida social completamente normal.
Enfermedad “muy estigmatizada”
Sin embargo, en otro 20-30% de los casos los tratamientos únicamente logran una remisión parcial de la enfermedad, por lo que en torno a un 30-40% de los pacientes sigue sufriendo los síntomas hasta llegar a la edad adulta, por lo general convulsiones acompañadas de vértigos y mareos.
El problema en estos casos va más allá de los propios síntomas de la enfermedad. En palabras de este especialista, “la epilepsia también afecta al desarrollo del menor, causando problemas de aprendizaje o de adaptación. Una situación que favorece que sea una enfermedad muy estigmatizada”.
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