Las personas que sufren diariamente altos niveles de estrés tienen un riesgo hasta un 27% superior de desarrollar cardiopatía isquémica. Así lo ha demostrado un estudio que, llevado a cabo por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Columbia en Nueva York (Estados Unidos) y publicado en la revista The American Journal of Cardiology, concluye que el riesgo coronario asociado con el estrés es similar al que causa fumar cinco cigarrillos al día.

El  Dr. Donald Edmundson, investigador principal del estudio, afirma : «todos sabemos que el estrés es malo para el corazón, pero las pruebas científicas se han dispersado por toda la literatura médica». De ahí la realización de este metanálisis en el que se han evaluado los resultados de los seis ensayos clínicos que, con un total de 118.000 participantes, han analizado la relación entre estrés y enfermedades cardiovasculares.

Hábitos poco saludables

Ninguno de los más de cien mil participantes evaluados sufría cardiopatía isquémica cuando fueron incluidos en los estudios. Y en distintos períodos de seguimiento –desde los tres hasta los 21 años– los investigadores analizaron cuántos pacientes desarrollaban esta enfermedad coronaria que se produce cuando las arterias cardíacas se estrechan por la acumulación de placas de colesterol y, en consecuencia, pueden romperse y obstruir el flujo sanguíneo, lo que podría derivar en un infarto.

Los resultados han mostrado que los participantes estresados tenían una propensión un 27% a padecer cardiopatía isquémica. Sin embargo, los investigadores no han podido encontrar una prueba biológica irrefutable que vincule directamente al estrés con las enfermedades cardiovasculares –si bien explican que podría deberse a una elevación de la concentración sanguínea de las hormonas que pueden dañar el corazón.

Pero de la misma manera, como apunta el Dr. Demosthenes Panagiotakos, de la Universidad Harokopio de Atenas (Grecia), podría ocurrir “que las personas estresadas tengan hábitos no tan saludables, como pueden ser el fumar, optar por alimentos poco saludables o ser más sedentarios; y evidentemente, estos mecanismos interactúan y provocan un aumento de las complicaciones cardiovasculares».

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