El número de fallecimientos por enfermedades asociadas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha descendido notablemente en los últimos seis años. Así, y según los datos del informe ‘Juntos acabaremos con el sida’, elaborado por el Programa Conjunto de la ONU contra el VIH/sida (ONUSIDA), la cifra de fallecidos en 2005, 2,3 millones, se redujo hasta los 1,7 millones en 2011, destacando muy especialmente la gran disminución –hasta 100.000 decesos menos– observada entre 2010 y 2011.
La cifra global de personas infectadas por el VIH, 34 millones según las estimaciones actuales, también ha descendido. Y el número de personas con acceso a los antirretrovirales ha crecido notablemente: hasta 8 millones de personas de las naciones en vías de desarrollo ya los están recibiendo. A este respecto, ONUSIDA ha planteado el objetivo de incrementar la cifra hasta los 15 millones en 2015.
Sin embargo, la mejoría podría ser solo pasajera. Como apunta Paul De Lay, director ejecutivo adjunto de ONUSIDA, «el progreso conseguido en el tratamiento de la enfermedad podría estar en peligro por el aumento de los casos registrados en jóvenes, especialmente en Europa del Este y en Estados Unidos«.
La estrategia: tratar
De cara al futuro próximo, las autoridades sanitarias están contemplando la posibilidad de utilizar los medicamentos antirretrovirales en personas que, si bien no están infectadas por el virus, presentan un riesgo considerable de contagio.
De la misma manera, los investigadores han reconocido por primera vez en los últimos años que sus trabajos con los anticuerpos del VIH podrían, por fin, traducirse en una vacuna.
Sea como fuere, como recuerda la Dra. Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), «la estrategia sigue viniendo constituida por la utilización de los tratamientos antirretrovirales para acabar con la trasmisión del VIH» ya que por cada persona que empieza un tratamiento, otras dos resultan infectadas. La ampliación de la cobertura podría cambiar radicalmente esta situación. «Tenemos la prueba de que las mismas medicinas que utilizamos para salvar vidas y para mantener a las personas sanas pueden detener la trasmisión del virus y reducir las posibilidades de pasarlo de una a otra persona», señala Chan.
En este contexto, un estudio realizado el pasado año en varios países por la Red de Ensayos de Prevención del VIH (HPTN) demostró que los antirretrovirales impedían la trasmisión del VIH en un 96% de las parejas en las que uno de los miembros estaba infectado por el virus. De la misma manera, el mayor acceso a los tratamiento en el África subsahariana se ha traducido en una reducción del 31% de la cifra de fallecidos de 2005.
Y es que como recuerda Gottfried Hirnschall, director del Departamento de VIH de la OMS, «cuando las personas toman antirretrovirales, se disminuyen las posibilidades de trasmitir el virus; por tanto, si se puede lograr que más personas reciban y mantengan el tratamiento, se podría reducir la tasa de infección«.
– ¿Quieres leer (en inglés) el informe ‘Juntos acabaremos con el sida’ de ONUSIDA?
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