La curación y recuperación del paciente hospitalizado no depende únicamente de la atención recibida, sino también del entorno en que se encuentra, que debe ser lo más tranquilo posible. Según los resultados de un estudio publicado en la revista Annals of Internal Medicine, la recuperación puede verse comprometida en la población más vulnerable por causa de un factor ciertamente común en el medio hospitalario: el ruido, que interrumpe las fases de sueño y, en consecuencia, altera la actividad cerebral y la función cardiovascular.
En palabras de la Dr. Orfeu Buxton, del Brigham and Women’s Hospital de Boston (Estados Unidos) y co-director de la investigación, «los hospitales, como sucede actualmente con los entornos urbanos donde descansa la población, sufren cada vez una mayor contaminación acústica; y nuestro estudio destaca que el buen dormir resulta especialmente importante para la curación y recuperación de los pacientes hospitalizados».
Tráfico, conversaciones en los pasillos…
Para llevar a cabo la investigación, 12 voluntarios sanos ingresaron durante tres días en un laboratorio de sueño. Durante la primera noche, pudieron dormir sin ningún contratiempo, pero la segunda y tercera tuvieron que soportar la grabación de 14 sonidos frecuentes en los hospitales, entre otros, las conversaciones en los pasillos, los teléfonos, el tráfico en la calle o las alarmas de las bombas intravenosas.
El volumen de los sonidos se incrementó según avanzaban las fases del sueño, y tal y como cabía esperar, la probabilidad de interrupción del sueño fue mayor cuanto más alto era el sonido, si bien unos sonidos resultaron más molestos que otros, sobre todo, los de tipo electrónico.
Los resultados mostraron que la interrupción del sueño causada por los ruidos en los hospitales también alteraba la función cardiovascular. Como explica el Dr. Jeffrey Ellenbogen, co-director de la investigación, «más allá de las molestias durante el sueño, hemos observado que las interrupciones del sueño inducidas por ruidos conllevan una elevación de la frecuencia cardiaca». «Y si bien el efecto es moderado, las interrupciones continuas, tal y como sucede en las habitaciones de los hospitales, pueden poner en peligro de los pacientes más vulnerables», concluye.
En este contexto, los autores proponen estrategias dirigidas a proteger el descanso de los pacientes, entre otras la modificación de las rutinas del personal durante el período nocturno o el diseño de tecnologías específicas para las alarmas clínicas.
– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘Annals of Internal Medicine’?