Las actividades físicas intensas aumentan el riesgo de sangrado en niños y adolescentes con hemofilia A o B. Un incremento que, sin embargo, resulta transitorio. Además, como muestra un estudio publicado en la revista The Journal of the American Medical Association (JAMA), el riesgo de hemorragia es mayor cuando más intensa es la actividad –por ejemplo, menor en la natación, mayor en el baloncesto y muy superior en la lucha libre.

Como explica la Dra. Carolyn R. Broderick, de la Universidad de Sídney (Australia) e investigadora principal del estudio, la actividad física vigorosa se asocia con un aumento del riesgo de hemorragias en menores con hemofilia. «Sin embargo, la magnitud del riesgo ha permanecido desconocida, cuando menos hasta el momento; y nuestros resultados confirman que la actividad física se asocia con un mayor riesgo transitorio de hemorragias en niños y adolescentes con hemofilia A o B».

Deportes de colisión

Para llevar a cabo su estudio, desarrollado entre los meses de junio de 2008 y octubre de 2012, los investigadores cuantificaron el riesgo de sangrado transitorio asociado con la actividad física vigorosa en 104 varones con edades comprendidas entre los 4 y los 18 años.

Tras cada episodio de sangrado, tanto los progenitores como los propios menores fueron entrevistados para determinar la exposición a la actividad física anterior a la hemorragia. El riesgo de sangrado asociado a la actividad física se estimó mediante el contraste de la exposición a la actividad física en las 8 horas antes de la hemorragia.

Por lo que respecta a las localizaciones más frecuentes de sangrado, cabe destacar la rodilla (en un 15% de los casos), el tobillo (14%) y el codo (10%).

Asimismo, el riesgo transitorio de hemorragia fue menor en las actividades de categoría 1 –por ejemplo, la natación– que en las de categoría 2 –caso del baloncesto o el béisbol–. Sin embargo, las actividades de categoría 3 –los deportes de colisión como la lucha libre o el fútbol americano– se asociaron con un mayor aumento general del riesgo de sangrado.

Sea como fuere, concluyen los autores, «como el incremento del riesgo relativo de hemorragia es transitorio, el incremento del riesgo absoluto es muy pequeño».

– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘JAMA’?

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