La edad del donante vivo de riñón tiene un efecto «insignificante» sobre la tasa de rechazo de un injerto renal. La única excepción, como muestra un estudio publicado en la revista ‘Clinical Journal of the American Society of Nephrology‘, se produce cuando los receptores del trasplante tienen entre 18 y 39 años, situaciones en las que es preferible que los donantes tengan edades similares.
Como explica el Dr. John S. Gill, del Hospital Universitario Saint Paul de Vancouver (Canadá) e investigador principal del estudio, «con la excepción de los receptores con edades comprendidas entre los 18 y los 39 años, la edad del paciente vivo (entre los 18 y los 64 años) tiene un efecto mínimo sobre la supervivencia del trasplante».
Riesgo de exclusión
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron los trasplantes de riñón recogidos en el Registro Renal de Estados Unidos entre los años 1998 y 2003, así como los datos de los pacientes en la lista de espera de la Red Unificada para el Trasplante de Órganos entre 2003 y 2005.
En el caso de los pacientes en lista de espera, «las probabilidades de recibir un riñón de cadáver después de tres años oscilaban entre el 21% y el 66%«, en función de, entre otros factores, su grupo sanguíneo y los niveles de anticuerpos. De hecho, el riesgo de ser finalmente excluido –por ejemplo, por alcanzar una edad avanzada– del programa de trasplantes era de un 27%. Por todo ello, y dada la mínima influencia que la edad del donante vivo tiene sobre el éxito del trasplante, «es mejor recibir un riñón de un donante vivo de mucha mayor edad que esperar el órgano de un difunto».
Situación en España
En nuestro país, el tiempo medio de permanencia en lista espera para recibir un trasplante renal es menor, de 18 a 20 meses, que el estadounidense. Sin embargo, la tasa de donantes vivos, en torno al 10%, es inferior a la media europea (18%). De ahí que la Organización Nacional de Trasplantes contemple entre sus objetivos aumentar el número de donantes altruistas vivos. No en vano, se asocia con una superior supervivencia de los órganos (hasta un 10% mayor) y puede practicarse con independencia de que los pacientes hayan o no entrado en programas de diálisis.
Por ello, como concluye el Dr. Gill, «deberíamos ayudar a aumentar la participación de los donantes vivos en programas de trasplantes cruzados y disminuir la preocupación de los pacientes que creen que la edad del riñón que le trasplanten influye en el éxito de la intervención».
– ¿Quieres consultar el estudio publicado en la revista ‘Clinical Journal of the American Society of Nephrology’?