En palabras del doctor John Cacioppo, director de la investigación, “las consecuencias para la salud son dramáticas, porque sentirse aislado de los demás puede interrumpir el sueño, elevar la presión arterial, incrementar los niveles del cortisol por la mañana, alterar la expresión génica en las células inmunes y aumentar la depresión y disminuir el bienestar subjetivo general”.
Peor salud física y mental
En este contexto, debe recordarse que un estudio publicado en 2010 ya mostró que la soledad duplica el riesgo de mortalidad prematura asociado a la obesidad. Y en este nuevo trabajo, el equipo de investigadores liderado por el doctor Cacioppo analizó el grado de satisfacción con sus relaciones personales de las personas mayores y su relación con la evolución de su salud física y mental.
Los resultados mostraron que las personas mayores que padecen una soledad extrema tienen una peor salud tanto física como mental y, por ende, una mayor tasa de mortalidad prematura. Y como apunta el doctor Cacioppo, “no se trata tanto de la soledad o del aislamiento físico en sí, sino más bien de la sensación subjetiva de aislamiento”.
En consecuencia, y para paliar esta sensación, los autores recomiendan a los mayores que “mantengan el contacto con antiguos compañeros de trabajo, participen en tradiciones familiares y compartan buenos momentos con la familia y amigos, puesto que todo ello les da la oportunidad de conectarse con otras personas de las que se preocupan y que se preocupan por ellos”.
Por el contrario, como concluye el doctor Cacioppo con respecto a la costumbre estadounidense de emigrar a los estados del sur del país al alcanzar la jubilación, “retirarse a Florida para vivir en un clima más cálido entre extraños no es necesariamente una buena idea si esto significa que la persona estará desconectado de las seres queridos que significan mucho para ella”.