El profesor Pedro L. Alonso (Madrid, 1957), autoridad mundial en la lucha contra la malaria, es director del Instituto de Salud Global de Barcelona, director del Centro de Investigación en Salud Internacional (CRESIB) y codirector del comité ejecutivo del Plan Mundial de Acción ‘La década de las vacunas’, -proyecto puesto en marcha tras el anuncio de la Fundación Bill y Melinda Gates de invertir 10.000 millones de dólares en vacunas en los próximos 10 años-, que cuenta con el respaldo de la ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos.
El objetivo de dicho Plan es aumentar la cobertura vacunal y evitar la muerte de más de dos millones y medio de personas al año en el mundo. Los tres grandes retos de esta ambiciosa iniciativa son mejorar el acceso a las vacunas estándar, las que combaten la difteria, el tétanos o la tosferina, de forma que su cobertura alcance al 95% de la población; completar la erradicación de la polio y el sarampión, como en su día se erradicó la viruela; e investigar, desarrollar y acceder a nuevas vacunas que permitan avanzar en la lucha contra la malaria, la tuberculosis y el sida.
Dramáticas desigualdades
A lo largo de esta entrevista con Somos Pacientes, el profesor Alonso recuerda que «en pleno siglo XXI, y en este mundo supuestamente tan globalizado, persisten enormes y dramáticas desigualdades que afectan a elementos tan esenciales de la condición humana como que el lugar dónde uno nace determine la posibilidad de vivir o morir en los primeros 28 días de existencia o que el riesgo de morir dando a luz se multiplique hasta por 50 dependiendo de regiones, países o continentes».
Factores económicos, sociales, culturales, geográficos e históricos determinan, entre otros, esas diferencias. Pero, como explica este investigador, «la investigación y su traslación a la práctica diaria tiene la capacidad de transformar y de superar esas barreras incluso en contextos de pobreza, mejorar extraordinariamente la esperanza de vida y casi equipararla a la de países desarrollados como el nuestro».
Optimista
Aún en ese escenario desequilibrado, sostiene el entrevistado, el mundo está asistiendo a la que posiblemente sea la mayor revolución de la historia de la humanidad, «aquella que ha logrado que en los últimos cien años la esperanza de vida del ser humano haya aumentado, como promedio mundial, 25 años«. «Estamos en medio de esa tremenda transformación y la velocidad se está acelerando. En las últimas dos décadas mueren cada año cuatro millones de niños menos. Las vacunas y la inmunización, si desarrollamos todo su potencial, podrían evitar en los próximos 10 años en torno a 25 millones de muertes sobre las cifras actuales. Estos datos demuestran, una vez más, el extraordinario valor de la ciencia y de la investigación«, añade Alonso.
Los medios de comunicación tienen la enorme responsabilidad de hacer llegar a la población esos mensajes, concluye el investigador, especialmente en un momento de crisis en el que hay mucha gente en situación delicada, «pero uno no puede ser más que optimista ante lo que el futuro nos traerá y, de la mano de la ciencia y el conocimiento, España, que cuenta con uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo sea cual sea el análisis comparativo que se utilice, seguro que será parte de las soluciones«.