El riesgo de desarrollar asma es mayor en los bebés que ganan peso rápidamente durante los primeros tres meses de vida. Concretamente, la probabilidad de que sufran disnea es hasta un 22% mayor, mientras que el riesgo de respiración sibilante se incrementa en un 44%.
En palabras de la Dra. Liesbeth Dujits, del Erasmus Medical Center de Rotterdam (Holanda) e investigadora principal del estudio del que derivan estos resultados, “la primera infancia podría ser un período crítico para el desarrollo de asma”.
Para realizar este estudio, publicado en la revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, los investigadores evaluaron la presencia de problemas respiratorios en 5.125 niños a los que se midió el peso durante el embarazo y tras el parto.
Sin embargo, y contrariamente a como se creía tradicionalmente, los resultados no mostraron la existencia de una relación aparente entre el crecimiento acelerado del bebé y un bajo peso en el útero.
Hay que esperar
Como explica la Dra. Dujits, “si bien los mecanismos subyacentes todavía no están claros, el aumento acelerado de peso en los primeros meses podría afectar adversamente el desarrollo pulmonar”.
Sea como fuere, la asociación Asthma UK considera que todavía es muy pronto para recomendar a los padres que cambien la forma de atender a sus niños. Según indica su portavoz, Leanne Metcalf, “éste es un estudio preliminar interesante, pero los padres deben seguir las recomendaciones actuales de los profesionales de salud sobre la alimentación de sus bebés en los primeros meses de vida”.