Los niños que padecen algún tipo de discapacidad sufren actos de violencia con una frecuencia casi cuatro veces mayor que aquellos sin discapacidad. Así lo denuncia la Organización Mundial de la Salud (OMS) a tenor de los resultados del análisis de 17 estudios en los que se recogen datos de un total de 18.374 niños con discapacidad procedentes de España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Israel, Reino Unido y Suecia.

Los resultados del informe, publicados en la revista The Lancet,  especifican que los niños con discapacidad son víctimas de alguna forma de violencia con una frecuencia  3,7 veces mayor que los no discapacitados. Además, y en el caso de violencia sexual, la frecuencia también es hasta 2,9 veces superior en  los niños que presentan algún tipo de discapacidad.

En palabras de Tom Shakespeare, experto en Discapacidad y Rehabilitación de la OMS, «el informe muestra con datos científicos lo que siempre habíamos sospechado: que los niños con discapacidad son vulnerables a la violencia de una manera desproporcionada y que sus necesidades están desatendidas«.

El problema es, desde todas las perspectivas, de una enorme magnitud pues, como recuerda Shakespeare, «en el mundo conviven 93 millones de niños con algún tipo de discapacidad«.

Invertir para prevenir

Por su parte, Christopher Mikton, experto en Prevención de la Violencia de la OMS, apunta que si bien la violencia contra los niños con discapacidad «ocurre en todas partes«, el riesgo de violencia es probablemente mayor en los países con ingresos medios o bajos, dado que los índices de discapacidad son más altos y los factores de riesgo más  elevados.

Así, y para prevenir la violencia contra los niños con discapacidad, Mikton propone, entre otras estrategias, que estos niños sean retirados de las instituciones de cuidado –»en las que se producen muchos abusos«– y sean tratados en el seno de la comunidad.

Para ello resulta fundamental que las administraciones destinen recursos económicos a las familias con niños con discapacidad, así como generalizar los programas de enfermeras a domicilio para evaluar la situación familiar del niño y enseñar a los padres sobre la manera de  cubrir sus necesidades.

Para  Mikton, «estas estrategias ahorrarían a la sociedad muchísimo dinero: por cada dólar invertido, por ejemplo, en un programa de enfermeras a domicilio, el retorno es de 3 a 17 dólares en servicios de asistencia que la sociedad ya no tiene que proveer en el futuro».

– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘The Lancet’?