Las guías de prevención cardiovascular europeas recomiendan a las mujeres revisarse el corazón por primera vez alrededor de los 45-50 años y, según resultados, establecer un seguimiento de forma individualizada. De esta forma, la mujer tiene una primera valoración del estado de su sistema cardiovascular y de su perfil de riesgo cardiovascular. Gracias a pruebas de imagen y tecnologías no invasivas se consigue prevenir y tratar de forma precoz cualquier anomalía. Así lo advierten desde el movimiento Corazón de Mujer, recordando la importancia de la existencia de unidades especializadas en la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades cardiovasculares, ya que el 80% de ellas se pueden prevenir a base de hábitos de vida saludables.
En muchas ocasiones, las enfermedades cardiovasculares en la mujer no se detectan hasta sufrir un episodio agudo, lo que puede implicar un mayor consumo de recursos y peor evolución. Esto conlleva un mayor riesgo de que algunos episodios se vuelvan a repetir.
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“A pesar de ser la primera causa de muerte en la mujer, todavía hace falta mucha más concienciación sobre la importancia de realizar una revisión cardiológica para conocer nuestro riesgo cardiovascular, sobre todo si presentamos factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes, el colesterol o antecedentes en la familiar, con el fin de adelantarnos a la aparición de síntomas o evitar el infarto. Es así como podemos detectar daño cardiaco o vascular de forma precoz y orientar un manejo clínico personalizado que nos evite problemas potencialmente graves en el futuro”, comenta el doctor Jorge Solís, cardiólogo de ATRIA Clinic y miembro del Movimiento Corazón de Mujer.
La importancia de Unidades de Prevención especializadas
Desde el Movimiento Corazón de Mujer inciden en la importancia de que existan unidades de prevención especializadas en salud cardiovascular. “De esta forma se pueden abordar de una manera integral y efectiva los factores de riesgo intrínsecos de las mujeres y la prevención de enfermedades cardiovasculares, de manera que podamos reducir la mortalidad de las mismas”, afirma el doctor Solís.
Aplicando la tecnología no invasiva con pruebas de imagen específicas, se permite evaluar el estado del corazón y de las arterias. Algo fundamental para que el cardiólogo pueda adelantarse a la enfermedad y pautar las medidas de prevención necesarias para cada caso. “Hoy en día es importante que las mujeres tengan información actualizada, con un control sobre los factores de riesgo cardiovascular propios de la mujer (perfil hormonal, embarazo, etc.) y que sepan reconocer la sintomatología de un infarto, a veces diferente a la del hombre”, comenta el especialista.
Las pruebas específicas que se llevan a cabo en unidades especializadas incluyen, entre otras, un mapa de la salud cardiovascular y algoritmos de riesgo definidos por la Sociedad Americana, Europea y Española del Corazón. “Una de las pruebas que más nos ayudan es la ecografía vascular 2D y 3D, que nos permite un estudio exhaustivo de la pared de las arterias para medir el grosor de sus capas y detectar, tanto la presencia de placas como de aneurismas, incluso antes de que aparezcan síntomas asociados. Esto nos ayuda a estimar mejor el riesgo y favorece un manejo más personalizado de cada paciente”, añade el doctor Solís. Es una prueba sencilla que no emite radiación y aporta información valiosa para mejorar la estratificación de riesgo en la mujer, que a menudo no es precisa según las escalas de riesgo tradicionales.
Factores de riesgo cardiovascular en la mujer y prevención
El 80% de las enfermedades cardiovasculares en la mujer se pueden evitar con medidas de prevención. Así, la hipertensión arterial, el colesterol y los triglicéridos altos, la diabetes mellitus, el tabaquismo la obesidad o el sobrepeso, el sedentarismo y el estrés, constituyen factores riesgo que se pueden modificar para prevenir enfermedades del corazón en las mujeres. “Será necesario consultar con un cardiólogo cuáles son los factores que más nos están afectando y saber el estado de nuestras arterias para saber qué medidas son las que se necesitan aplicar y, sobre todo, saber que esto debería abordarse desde edades jóvenes de manera que fomentemos los hábitos de vida saludables”, aconseja el doctor Solís.
En este sentido, las estrategias fundamentales de prevención van encaminadas a adquirir hábitos en alimentación y práctica de ejercicio físico, así como el manejo del estrés “El seguimiento de una alimentación basada en la dieta mediterránea puede ayudarnos a combatir los principales factores relacionados con las enfermedades cardiovasculares, como la obesidad, la hipertensión o los niveles altos de colesterol en sangre. Asimismo, la práctica de ejercicio, con un mínimo de 150 minutos a la semana, puede ayudarnos a prevenir no solo estos problemas, sino otros asociados a las distintas etapas en la vida de la mujer, como el embarazo, el posparto y la menopausia”, concluye Solís.