Las terapias biológicas anti-factor de necrosis tumoral (TNF) han supuesto un antes y un después en el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), permitiendo a muchos pacientes mantener la enfermedad controlada. Sin embargo, su uso prolongado plantea dilemas importantes por sus desventajas para el paciente y para el propio sistema sanitario.

Por un lado, pueden provocar efectos adversos (mayor riesgo de infecciones, reacciones a su administración o la pérdida de eficacia con el tiempo debido al desarrollo de resistencia al fármaco). Por otro, su coste supone un desafío para la sostenibilidad de los sistemas de salud, especialmente si existen alternativas viables para determinados pacientes. Por ello, la comunidad científica se ha preguntado si, en determinados pacientes, podría ser seguro suspender estos fármacos una vez alcanzada la remisión, sin aumentar significativamente el riesgo de recaídas.

Ahora, una investigación pionera liderada por los doctores Javier P. Gisbert y María Chaparro, especialistas en Digestivo en el Hospital Universitario de La Princesa y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBEREHD), ha arrojado resultados prometedores.

Este ensayo clínico, realizado en 33 hospitales de toda España, analizó la evolución de 140 pacientes con colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn que llevaban al menos seis meses en remisión clínica bajo tratamiento con anti-TNF a dosis estándar. Los participantes se dividieron en dos grupos: uno continuó con la medicación y otro la suspendió; y en ellos se evaluó su evolución tanto clínica como de las lesiones intestinales y de los marcadores inflamatorios.

Tras un año de seguimiento, el 84% de los pacientes que mantuvieron el tratamiento y el 76% de los que lo suspendieron seguían en remisión clínica, sin diferencias significativas en la presencia de lesiones detectadas mediante endoscopia. No obstante, en el grupo que suspendió el tratamiento se observó una mayor proporción de pacientes con calprotectina fecal elevada, un marcador de inflamación intestinal. En cuanto a la seguridad, los efectos adversos graves fueron poco frecuentes en ambos grupos (4% en los que continuaron con anti-TNF y 7% en los que lo suspendieron).

Así, los autores del estudio concluyen que, en pacientes seleccionados que se encuentren en remisión clínica, endoscópica y radiológica, la retirada de los anti-TNF podría ser una opción viable y segura. Sin embargo, insisten en la necesidad de un seguimiento estrecho para detectar a tiempo cualquier signo de reactivación de la enfermedad.

Este hallazgo abre la puerta a un enfoque más personalizado en el tratamiento de la EII, ajustando las terapias según la evolución de cada paciente y optimizando el balance entre eficacia y seguridad. El estudio, financiado por el Instituto de Salud Carlos III y respaldado por el Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (GETECCU), ha sido publicado recientemente en la prestigiosa revista GUT. Además, ha recibido el reconocimiento internacional con el Investigator Initiated Study Award en el congreso de la European Crohn’s and Colitis Organisation (ECCO), entre otros galardones.