El mieloma múltiple, una enfermedad hematológica que afecta a la médula ósea, sigue siendo un desafío en el campo de la medicina, a pesar de los avances en los tratamientos. Con motivo del Día Mundial del Mieloma Múltiple, que se conmemora el 5 de septiembre, Rebeca Iglesias, jefa de la Unidad de Mieloma Múltiple y Gammapatías del MD Anderson Cancer Center Madrid, destacó el potencial de una nueva clase de terapias: los anticuerpos biespecíficos. Estos medicamentos ofrecen una nueva esperanza para los pacientes cuya enfermedad ha sido resistente a los tratamientos convencionales.
El mieloma múltiple constituye alrededor del 10% de todas las neoplasias hematológicas y, a día de hoy, no tiene cura. Esta enfermedad se caracteriza por la proliferación anormal de células plasmáticas en la médula ósea, lo que provoca daño óseo, anemia, insuficiencia renal y una debilitación del sistema inmunológico. Aunque la enfermedad alterna entre periodos de remisión y recaída, los avances en la investigación han logrado desarrollar tratamientos más eficaces que abordan la patología desde diferentes ángulos. Sin embargo, algunos pacientes continúan siendo refractarios a las terapias estándar, incluyendo inhibidores del proteasoma, inmunomoduladores y anticuerpos monoclonales anti-CD38.
Para estos casos, los anticuerpos biespecíficos han emergido como una opción prometedora. Según la especialista, la aprobación de estos fármacos ha abierto «una gran oportunidad para los pacientes refractarios a los tratamientos clásicos», también conocidos como pacientes triple refractarios, quienes ya no responden a las terapias más comunes.
¿Qué son los anticuerpos biespecíficos?
Los anticuerpos biespecíficos son una clase innovadora de medicamentos diseñados para atacar dos objetivos a la vez: el antígeno de maduración de células B (BCMA) presente en las células plasmáticas y el antígeno CD3 en los linfocitos T, que son responsables de coordinar la respuesta inmunitaria. Al hacerlo, estos anticuerpos activan el sistema inmunológico para destruir las células tumorales. Desde el punto de vista de la doctora, «estas terapias han conseguido prolongar la supervivencia libre de progresión (SLP) y mejorar tanto la tasa de respuestas (TR) como la calidad de las mismas», lo que significa que los pacientes experimentan una mejoría más duradera y significativa en su estado de salud.
Un aspecto clave del manejo actual del mieloma múltiple es el uso de tratamientos continuados hasta la progresión de la enfermedad. Esta estrategia busca prolongar la respuesta y retrasar la recaída, lo que ha sido beneficioso para muchos pacientes. Sin embargo, la exposición prolongada a los mismos medicamentos ha generado resistencia en algunos casos, lo que obliga a los investigadores a buscar alternativas con mecanismos de acción novedosos.
Los anticuerpos biespecíficos se enmarcan dentro de esta estrategia de innovación. A medida que los pacientes se vuelven resistentes a los tratamientos previos, esta nueva opción terapéutica permite atacar la enfermedad desde un ángulo diferente, lo que aumenta las posibilidades de una respuesta favorable. No obstante, no están exentos de riesgos: entre los efectos secundarios más comunes asociados a esta terapia se encuentran el síndrome de liberación de citoquinas, la toxicidad neurológica y las infecciones, según explica Iglesias. Una serie de complicaciones que son manejables y que requieren la supervisión de equipos multidisciplinares especializados.
El impacto en los pacientes
Para los pacientes con mieloma múltiple, la llegada de estas nuevas terapias significa una esperanza renovada. A medida que la ciencia avanza y se desarrollan nuevos tratamientos, la perspectiva de vivir con la enfermedad, pero con una mejor calidad de vida y mayor tiempo libre de recaídas, es un aliciente tanto para los pacientes como para sus familias. La investigación en este campo, apoyada por la medicina personalizada, está permitiendo conocer cada vez mejor las particularidades de la enfermedad y adaptar los tratamientos a las necesidades individuales de cada paciente.
En este contexto, las asociaciones de pacientes juegan un papel clave, no solo en la concienciación sobre la enfermedad, sino también en el apoyo a la investigación y en la difusión de la información sobre nuevas opciones terapéuticas. Estas organizaciones son fundamentales para garantizar que los avances lleguen a todos los pacientes y para promover el acceso equitativo a las terapias más innovadoras.