La carga biológica, física y psíquica que caracteriza a las enfermedades renales crónicas repercute de forma importante en la calidad de vida de las personas que las padecen. Y a esto se suman los trastornos psicológicos, como la ansiedad y la depresión, que según diversos estudios tienen una alta prevalencia entre estos pacientes. Afortunadamente, el estudio y atención de las variables psicológicas de estas dolencias es cada vez más habitual en nuestro entorno.
Ejemplo de lo anterior es la implantación de programas de intervención psicológica para pacientes con enfermedad renal crónica avanzada. Uno de ellos es el puesto en marcha en el Hospital General Universitario de Elche, en el que se ha incluido a 42 pacientes del Servicio de Nefrología que han sido tratados por la Unidad de Psicología Clínica del centro sanitario para «mejorar su ajuste psicológico y calidad de vida en momentos puntuales de su proceso de adaptación al tratamiento renal sustitutivo«.
El Dr. Francisco Amorós, jefe del Servicio, explica que esta actividad se inició «tras detectar la necesidad de proporcionar a estos pacientes apoyo en momentos tan difíciles como cuando son informados de su enfermedad por primera vez y, además, tienen que decidir la modalidad de tratamiento por el que quieren optar».
Del total de 42 pacientes participantes, cuatro están en hemodiálisis, dos con trasplante renal, 20 con diálisis peritoneal y 16 provienen de la consulta especializada en enfermedad renal crónica avanzada.
Shock intenso
La Dra. Rosana Martínez, responsable de la Unidad de Psicología Clínica, recuerda que «la enfermedad genera sufrimiento y en este caso hablamos, además, de una patología que aparece de forma silenciosa por lo que descubrir que la padeces y además tener que decidir el tratamiento sustitutivo puede suponer un shock importante. Es por eso que el paciente y sus familiares han de pasar por un proceso de aceptación y adaptación y nuestra labor es facilitarles ese proceso, así como disminuir las reacciones emocionales adversas y los problemas de cumplimiento del tratamiento que se puedan presentar».
«Por otro lado hablamos de pacientes que necesitan de mucho apoyo familiar y afectivo, ya que el tratamiento renal sustitutivo es de gran dependencia y, por tanto, les puede afectar en múltiples aspectos: familiares, sociales, laborales, económicos, etc. Pero además de los pacientes, en la Unidad también asistimos a los familiares, sobre todo al cuidador principal, que también soporta una importante carga emocional y que suele sufrir en silencio», concluye esta especialista.
Procedimiento
Por ello, lo primero que se hace desde la Unidad es valorar a los pacientes que entran en el programa mediante entrevistas que en un principio se realizan de manera conjunta con sus familiares, aunque después de esta primera toma de contacto la asistencia es individual y el tratamiento es personalizado.
El tratamiento psicológico se proporciona antes de comenzar el tratamiento sustitutivo para ayudar a los pacientes a asimilarlo y continúa durante sus fases iniciales, pero en el caso de los pacientes trasplantados los especialistas también realizan un seguimiento posterior. Para incrementar la comodidad del paciente, es la psicóloga y el residente de la especialidad encargados de llevar a cabo el programa quienes adaptan su agenda a las visitas que los pacientes realizan al hospital.
– A día de hoy, 28 asociaciones de pacientes dedicadas a los trastornos del riñón y de las vías urinarias son ya miembros activos de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?