El Gobierno de China ha anunciado que a mediados del año 2014 pondrá fin a su política de trasplante de órganos de presos ejecutados, práctica que supone un caso único en todo el mundo y que ha sido reiteradamente condenada por los organismos internacionales.
En palabras del doctor Huang Jiefu, viceministro de Sanidad –y cirujano formado en Australia–, “el uso de los órganos de prisioneros ejecutados no se corresponde con los estándares éticos aceptados universalmente y siempre ha sido objeto de críticas por parte de la comunidad internacional. De ahí la necesidad de que el Gobierno se haya comprometido a cambiar, ante su pueblo y ante el mundo, su política de trasplantes”.
En consecuencia, y una vez la política sea descartada el próximo año, los hospitales que cuenten con licencia de trasplantes solo podrán emplear órganos donados voluntariamente y de acuerdo con una nueva regulación para su uso.
Tráfico ilegal de órganos
China es un país que cuenta con un número mínimo de donaciones de órganos. Una situación que se explica, cuando menos parcialmente, por la tradición funeraria del país, que establece que los cadáveres deben ser enterrados –o incinerados– intactos. Además, las donaciones entre personas vivas están prohibidas desde 2007 –salvo en los casos de consanguineidad y de adopción.
El resultado es que solo 1 de cada 30 de los más de 300.000 pacientes que ingresan cada año en las listas de espera acaba recibiendo un trasplante. Y asimismo, que el tráfico ilegal de órganos se haya disparado
Como lamenta el doctor Huang Jiefu, “el mercado ilegal de órganos va a permanecer arraigado en la sociedad china durante mucho tiempo porque la demanda es enorme. Mientras exista un abismo entre oferta y demanda, no va a desaparecer, pero el Gobierno va a luchar por evitarlo”.
Programa de trasplantes
Con objeto de reducir la dependencia de los órganos de los presos, el Gobierno de China inició el pasado mes de febrero un programa piloto de voluntariado en 25 provincias del país para crear una red nacional de trasplantes que espera consolidar a finales de año.
Así, y gracias a las donaciones logradas durante los primeros siete meses del programa, el número de trasplantes realizados ya supera los 900 –por únicamente 245 durante el mismo periodo de 2011–. Sea como fuere, concluye el doctor Huang Jiefu, “todavía suponen menos de una cuarta parte del número total de órganos que obtiene el Gobierno de los ejecutados”.