A día de hoy, el 20% de los trasplantes renales –el tipo de trasplante de órganos más frecuente, con cerca de 2.200 intervenciones anuales– que se realizan en nuestro país proceden de un donante vivo. Así lo han destacado los especialistas participantes en el LXXVIII Congreso de la Asociación Española de Urología (AEU) celebrado en Granada.
En palabras del doctor Enrique Lledó, coordinador del Grupo de Trasplante de la AEU, “los programas de donante vivo y el empleo de técnicas mínimamente invasivas, caso de la nefrectomía laparoscópica, para extraer los órganos han multiplicado por 10 el número de estas intervenciones en los últimos años”.
Se necesitan más donantes vivos
Si bien el 80% de las donaciones de riñón siguen procediendo de un donante cadáver, el descenso significativo, muy especialmente en los últimos cinco años, del número de fallecidos en accidentes de tráfico ha provocado que, paralelamente, la cifra de donantes cadáver también haya disminuido de forma notable.
Una situación que, como explica el doctor Humberto Villavicencio, presidente de la AEU, “plantea un nuevo reto, ya que el 65% de los donantes procedente de cadáver supera los 60 años de edad, lo que conlleva más riesgos de comorbilidad dado que en su mayoría presentaban problemas cardiovasculares en el momento del fallecimiento; esto obliga a desarrollar nuevas técnicas que nos permitan obtener las máximas garantías en la función del órgano trasplantado”.
Así, el objetivo actual de la AEU, además de lograr “un incremento de la donación en vivo de tal forma que sea superior a la donación de cadáver”, apunta el doctor Lledó, “es llegar a la tolerancia absoluta del injerto, así como minimizar las dosis de inmunosupresores para que el órgano no se rechace en ningún momento”.
En este contexto, cabe resaltar, como señala el doctor Lledó, que “en los últimos años, los avances en el tratamiento de la inmunosupresión han logrado disminuir significativamente la tasa de rechazo agudo, que era bastante frecuente hace años”.