La introducción de nuevos medicamentos contribuye a mejorar de forma notable la salud y la calidad de vida de los pacientes. Proporcionan cura a enfermedades que no tenían, controlan o reducen los síntomas en las patologías crónicas, alargan la supervivencia y mejoran las condiciones de vida de los pacientes y sus familiares. Pero, además, la innovación farmacéutica permite optimizar los recur­sos sanitarios, genera un importante ahorro de costes directos e indirectos a los sistemas de salud, mejora la productividad laboral y es la base de un dinámico sector productivo que está a la cabeza en inversión en I+D, empleo de calidad, productividad y generación de riqueza para los países. Todos estos factores convierten a los medicamentos innovadores en uno de los instrumentos con mayor capacidad de generar valor añadido a la sociedad.

Esta es la principal conclusión del informe El valor del medicamento desde una perspectiva social, elaborado por el centro de investigación en Economía de la Salud Weber con el apoyo de Farmaindustria, que fue presentado este martes en Madrid en una jornada en la que participaron representantes de diferentes ámbitos del sector sanitario: gestores, profesionales sanitarios, asociaciones de pacientes y de compañías farmacéuticas. La jornada fue inaugurada por la directora general de Cartera Básica de Servicios del Sistema Nacional de Salud, Encarnación Cruz, y el director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, mientras que la presentación del informe corrió a cargo del presidente de la Fundación Weber, Álvaro Hidalgo.

A partir del análisis pormenorizado de más de 500 referencias de la literatura científica sobre el medicamento y su aportación a la sociedad, el informe ofrece una completa visión sobre el valor clínico, económico y social de los nuevos tratamientos, centrándose en las evidencias existentes en tres ámbitos: el ahorro de los costes generales e individuales que suponen para la sociedad, su contribución a la mejora de la economía y la productividad laboral, y los beneficios que aportan en términos de salud y calidad de vida.

Ahorro de costes

En concreto, los estudios recogidos en el informe demuestran que la introducción de novedades terapéuticas y las mejoras en la adherencia a los tratamientos suponen un mejor estado de salud que tiene a su vez un impacto muy relevante en la reducción de costes sanitarios y no sanitarios. En el primer caso, la reducción de hospitalizaciones, cirugías, consultas y visitas médicas o cuidados personales, que dejan de ser necesarios gracias al mejor estado de salud del paciente, generan ahorros y liberan recursos dentro del sistema sanitario para otros usos. Tampoco se pueden olvidar los costes en los que incurren las familias para sufragar los cuidados dedicados a personas en situación de dependencia, ya sean proporcionados de forma remunerada por profesionales o de manera informal por los allegados. En lo que se refiere a los costes no sanitarios, la mejora clínica producida por la innovación farmacéutica acaba redundando en mejoras en el ámbito laboral del paciente, reduciendo el número de bajas laborales y la merma de productividad en el trabajo, lo que tiene consecuencias muy positivas para el conjunto de la sociedad.

En este sentido, el informe pone de relieve, a partir de estudios en Estados Unidos, que la introducción de nuevos medicamentos supone un ahorro neto de costes sanitarios de entre 2,4 y 8,3 veces el gasto far­macéutico incurrido, siendo este “efecto compensación” más pronunciado a largo que a corto plazo. En esta línea, otro de los estudios recogidos concluye que cada año de reducción de la edad media del medicamento, si bien se asocia a un aumento de 8,2 dólares per cápita en el gasto farmacéutico, supone una reducción de 45,4 dólares en el gasto sanitario total per cápita. Asimismo, por cada dólar adicional invertido en medicamentos innovadores se acaba logrando una reducción media de 4,7 dólares en gasto hospitalario y de 1,5 en la factura sanitaria total, según otra investigación incluida en el informe, y referida en este caso a Canadá. 

El caso de España

En España, el informe determina que el aumento del gasto farmacéutico en hospital producido entre 1999 y 2005 generó una reducción mayor en el resto de áreas de gasto del centro, lo que derivó en un ahorro neto de costes. Así, se estima que por cada 10% de incremento promedio del gasto farmacéutico hospitalario per cápita en pacientes externos, el gasto farmacéutico del centro aumentó 2,5 euros per cápita, mientras que el resto de partidas de gasto se redujeron en 3,6 euros, generándose por tanto un ahorro neto de 1,1 euros per cápita en el gasto hos­pitalario total.

Los ahorros, patología a patología

El informe analiza numerosos casos de distintas patologías, como por ejemplo la depresión y la enfermedad cardiovascular, donde el consumo de fármacos innovadores puede llegar a ahorrar en hospitaliza­ciones entre 1,7 y 3,7 veces más, respectivamente, que la cantidad invertida en esos grupos de fármacos. En el caso del cáncer, otro estudio referido a Estados Unidos determinó que los tratamientos contra el cáncer producidos entre 1989 y 2005 evitaron 1,55 millones de días de hospitalización en 2013, logrando una reducción de costes de 4.800 millones de dólares solo en aquel año.

Otro ejemplo paradigmático es el del VIH/Sida. En este caso, la introducción de terapias antirretrovirales de alta eficacia (HAART) generó en España un ahorro sanitario neto de 19.000 dólares por paciente en el periodo 1996-2007, ahorro que se eleva a casi 50.000 dólares por paciente si se tiene en cuenta el coste social asociado a las bajas laborales que se evitan con los nuevos fármacos.

La importancia de la adherencia

Los nuevos medicamentos también generan valor y ahorran costes a través de una mayor adherencia al tratamiento; de hecho, el retorno de la inversión por paciente con adherencia mejorada es de 7,1 veces el gasto realizado en diabetes, de 5,1 en hipercolesterolemia y de 4 en el caso de la hipertensión. Asimismo, tal como refleja el informe, el uso de nuevos medicamentos también puede generar ahorros a través de la reducción de la carga de cuida­dos personales que requieren los pacientes.

Por otro lado, la innovación farmacéutica también aporta valor a la sociedad a través de las pérdidas laborales que evita, al mejorar el estado de salud autopercibido y la calidad de vida de los pacientes, hasta el punto de que se estima que el stock de nue­vos medicamentos en Estados Unidos ha supuesto una ganancia media de productividad laboral anual de entre 2 y 8 veces su coste. En concreto, los medicamentos aprobados entre 1983 y 1996 habrían evitado una pérdida de pro­ductividad laboral de más de 43.000 millones de dólares anuales solo en Estados Unidos.

El informe hace referencia también a las vacunas como una de las intervenciones de salud pública más coste-efectivas, con unos beneficios que normalmente superan con creces a sus costes destacando, por ejemplo, que por cada dólar invertido en vacunación infantil contra la difteria-tétanos-tosferina se ahorran a largo plazo 27 dólares, de los cuales 9 corresponden a costes sanitarios directos para el sistema.

Mejoras en salud y calidad de vida

Otro de los pilares del informe es el análisis de cómo los medicamentos innovadores han logrado, en las últimas décadas y junto con los avances médicos y las medidas de salud pública, mejoras relevantes en los niveles de salud de la población, permitiendo no sólo alargar la esperanza de vida y la supervivencia, sino la calidad de vida, algo que tiene una gran importancia para los pacientes.

En este ámbito, el informe destaca cómo la esperanza de vida ha aumentado a lo largo de los años, en gran parte gracias a la innovación far­macéutica. Así, entre 2000 y 2009 se ganaron 1,74 años de esperanza de vida en los países desarrollados, de los que un 73% se puede atribuir directamente al efecto de la innovación farmacéutica. En la misma línea, inversiones adicionales en medicamentos pueden ayudar a incrementar la esperanza de vida, como pone de relieve otro estudio que concluye que, en España, un incremento de 1 dólar en el gasto per cápita en medicamentos en un año se traduciría en una ganancia en la esperanza de vida a los 60 años de 1,28 días en hombres y 1,58 días en mujeres.

El documento incluye, también dentro de este capítulo, ejemplos concretos centrados en patologías como el VIH/Sida, donde los antirretrovirales han logrado convertir esta enfermedad, que antes era aguda y fatal, en una condición crónica, con notables avances que se han traducido en una drástica reducción de la mortalidad por esta causa, evitándose 13 millones de muertes a nivel mundial solo entre 2010 y 2015. Actualmente, la esperanza de vida de los pacientes se asemeja ya a la de la población general, y los afectados disfrutan de una calidad de vida autoperci­bida cada vez mayor.

Asimismo, gracias al mayor conocimiento sobre la enfermedad y a los avances en el tratamiento y el diagnóstico, el cáncer ha dejado de ser una sentencia de muerte para muchos pacientes desde que, en los años 90, se registraran mejoras sustanciales en las tasas de mortalidad y supervivencia. Así, un 73% de la mejora en supervivencia por cáncer es atribuible a los nuevos tratamientos, una mejora que previsiblemente seguirá creciendo ya que “los fármacos en desarrollo auguran un futuro aún más prometedor”.

También existen dolencias, como la hepatitis C, en las que la innovación farmacéutica se ha traducido en tratamientos que logran incluso curar una enfermedad que hasta hace muy poco era una patología crónica con una gran carga de morbimortalidad asociada. En este caso el informe pone de relieve cómo los agentes antivirales directos “han supuesto una nueva era en el tratamiento del virus de la hepatitis C, al lograr una respuesta viral sostenida muy elevada, incluso entre los perfiles de más difícil tratamiento, consiguiendo tasas de curación de los nuevos fármacos que se acercan al 100% de los casos”.

Otra área relevante donde los nuevos tratamientos han logrado importantes mejoras es en las enfermedades raras. Aunque existe mucho camino por recorrer todavía, en las últimas décadas la innovación farmacéutica ha logrado introducir en el mercado opciones terapéuticas para dolencias graves que ca­recían de tratamiento específico, como la esclerosis lateral amiotrófica, la atrofia muscular espinal o la distrofia muscular de Duchenne, entre otras muchas, y se estima “que por cada nuevo medicamen­to huérfano aprobado se han evitado 211 muertes anuales a corto plazo y casi 500 en el largo plazo”.

La industria farmacéutica, motor de crecimiento económico

El tercer gran ámbito que aborda el informe es la dimensión de la industria biofarmacéutica como motor de crecimiento económico y generador de empleo de calidad, valor añadido y competitividad para la sociedad en la que desarrolla su actividad. Destaca la elevada productividad del sector, que genera un valor añadido bruto a nivel mundial que equivale al PIB de países como Austria, Noruega o Bélgica, y produce bienes por valor de 750.000 millones de euros.

La industria farmacéutica es, además, una importante fuente de empleo cualificado. En España emplea a casi 40.000 per­sonas, una gran parte de ellas con estudios superiores, y es el sector de alta tecnología que más empleo genera, y el líder además en empleados a tiempo completo en I+D, con el 12,4% del total.  Además, con sus 4.860 empleos a jornada completa en I+D, aporta el 47% del empleo en este campo de los sectores de alta tecnología. Presenta, asimismo, importantes efectos tractores sobre otros sectores, ya que por cada unidad de producción directa genera entre 1,3 y 2,3 unidades adicionales en otros sectores, y por cada empleo directo genera entre 2 y 4 empleos indirectos e inducidos.

Pero si hay un aspecto económico por el que destaca la industria farmacéutica es por su sólido compromiso con la inversión en I+D, ya que se trata del sector industrial que más invierte en este ámbito en España, unos 917 millones de euros (según datos del INE de 2015), lo que supone un 20% del gasto en I+D de la industria. Esta inversión en I+D es casi el doble de la realizada por el sector aeronáutico y cinco veces más que la del sector informático/electrónico. A nivel europeo, invierte en I+D más de 35.000 millones de euros anuales, lo que supone cuatro veces más que hace 25 años.

También desempeña un papel muy relevante en términos de competitividad exterior. En España, según el informe, las exportaciones de la industria farmacéutica se han incrementado en un 45% en los últimos 10 años hasta alcanzar en 2016 un valor de 10.600 millones de euros, mientras que a escala europea el farmacéutico es el sector de alta tec­nología que más contribuye a la balanza comercial, con un saldo comercial positivo de 96.000 millones de euros.

Puedes descargar el informe completo en este enlace.