Alrededor de 415 millones de personas padecían diabetes en el mundo en 2015, y se prevé que en 2040 esa cifra alcance los 642 millones; más cinco millones de personas mueren al año por esta enfermedad o complicaciones asociadas. Los costes sanitarios crecen: en España sumaban en 2010 el 8,2% del gasto sanitario público… Con todo, la aparición de las nuevas insulinas en este siglo ha permitido un mejor manejo de la enfermedad, y el futuro se abre a un abordaje cada vez más personalizado, tanto en prevención como en tratamiento, a través de la epigenética.
Estos datos sobre la enfermedad, considerada una de las grandes epidemias del siglo XXI, junto a la evolución de su tratamiento gracias a las nuevas terapias fruto de la investigación biomédica y farmacéutica, se recogen en El valor del medicamento en diabetes, el nuevo material divulgativo con formato parallax scrolling publicado por Farmaindustria en su página web, dentro de la serie El valor del medicamento, que también incluye El valor de las vacunas y El valor del medicamento en cáncer.
La diabetes es una enfermedad caracterizada por los elevados niveles de glucosa en sangre (también conocido como azúcar en la sangre). La glucosa en sangre es la principal fuente de energía y proviene de los alimentos que consumimos. La insulina, una hormona que produce el páncreas, en las células beta de los islotes de Langerhans, ayuda a que la glucosa de los alimentos llegue a las células para usarse como energía. Algunas veces, el páncreas no produce insulina, o no produce la suficiente, o no la usa adecuadamente y la glucosa no llega al interior de las células, lo que da lugar a que los niveles en sangre estén elevados.
Tres tipos principales
Hay tres tipos principales de diabetes: tipo 1, tipo 2 y gestacional. Los principales síntomas de la enfermedad son la constante necesidad de orinar, la sed exagerada y urgente, la sensación imperiosa y constante de hambre, la pérdida inusual de peso. Además, los pacientes pueden tener infecciones frecuentes, visión borrosa, cortes, heridas o moretones que tardan en sanar, y hormigueo o entumecimiento en las manos o los pies.
La diabetes no controlada, en la que se mantienen durante tiempo niveles altos de glucosa en sangre, da lugar a un amplio número de complicaciones que incluyen problemas cardiacos, cerebrovasculares, renales (nefropatía), oculares (retinopatía), insuficiencia circulatoria (pie diabético, úlceras tórpidas) o problemas dentales (periodontitis).
Un horizonte con más de 600 millones de pacientes
Los 415 millones de personas que padecían la enfermedad en el mundo en 2015 podrían llegar a 642 en 2040. En España se estima que hay 5,3 millones de personas que padecen la diabetes tipo 2 (2013, último año disponible), que podrán llegar a ser hasta 7,3 millones en 2035. La mitad de los pacientes de diabetes tipo 2 aún no han sido diagnosticados, por lo que no saben que viven con la enfermedad.
Más de cinco millones de personas murieron en 2015 a causa de la diabetes o por complicaciones asociadas a la enfermedad, y es la séptima causa de discapacidad en el mundo. En España, en 2013 (último año disponible) murieron 25.202 personas por enfermedades relacionadas con la diabetes, casi 69 muertes al día.
El tratamiento de la diabetes y sus complicaciones asociadas genera un gasto global anual de 584.000 millones de euros. En España, el coste directo de la diabetes para el Sistema Nacional de Salud se estimó en 2010 en 5.809 millones de euros, lo que equivale al 8,2% del gasto sanitario total para el Estado. De este coste, el 37% (2.143 millones de euros) es debido a las complicaciones asociadas a la enfermedad. Se estima que el coste de los tratamientos farmacológicos supone en torno al 18% del coste total del tratamiento de esta enfermedad.
Enfermedad crónica
Las personas con diabetes han de recibir asesoramiento y educación terapéutica de una manera estructurada, ya que se enfrentan a una enfermedad crónica cuyo manejo va a conllevar cambios en los estilos de vida. Todo programa de educación debe incluir formación en nutrición y fomento del ejercicio físico.
La diabetes se conoce, al menos, desde el S. XV aC. En el antiguo Egipto, el Papiro Ebers, uno de los más antiguos tratados médicos conocidos, se describen síntomas que parecen corresponder a la enfermedad. En 1889, dos fisiólogos alemanes, los doctores Oskar Minkowski y Joseph von Mering, descubrieron que la extirpación del páncreas a un animal da lugar a la aparición de diabetes. Se observó que la ingesta de azúcar empeora la enfermedad, por lo que los médicos prescribían dietas restrictivas, sin azúcares y de bajo aporte calórico. Con la dieta como única opción de tratamiento, la supervivencia de los pacientes, especialmente de niños y jóvenes, no iba más allá del año.
Descubrimiento de la insulina
En 1921, los canadienses Sir Frederick Grant Banting y Charles Best descubrieron la insulina a partir de una serie de experimentos con perros, realizados en la cátedra del Profesor John J. R. MacLeod. Por ello, en 1923, recibieron el Premio Nobel de Medicina, cuyo montante económico compartieron con Best y con otro investigador, el bioquímico Bertand Collip, que dio un fuerte impulso a la purificación de la insulina.
El primer uso de la insulina en humanos fue en 1922. Hacia finales de 1923 la fabricación de insulina por los Laboratorios Lilly comenzó a resolver la carencia de insulina. En Europa, la compañía danesa Novo abastecía al mercado ya en 1925. Las primeras insulinas fueron de origen porcino y bovino, pero éstas no son exactamente iguales a la humana, lo que daba lugar a problemas de inmunogenicidad. En 1980, mediante técnicas de ingeniería recombinante, se consiguió producir una insulina similar a la humana, al sustituir un aminoácido de la insulina porcina por el de la insulina humana, con lo que se palió el problema de las alergias. Actualmente toda la insulina se obtiene mediante técnicas de ingeniería genética, lo que permite disponer de una insulina con una estructura idéntica a la insulina humana, lo que facilita un tratamiento efectivo para la mayoría de los pacientes que lo precisan.
Tipos de insulinas y medicamentos hipoglucemiantes
Hasta los años noventa los únicos tratamientos disponibles para los pacientes con diabetes tipo 1 eran la insulina rápida y algunas insulinas de mayor duración de acción, gracias a la adición de zinc o protamina. Algo parecido pasaba con la diabetes tipo 2, para la que prácticamente solo se disponía de las sulfonilureas y de la metformina.
A partir del año 2000, la aparición de nuevos tipos de insulinas, los llamado análogos de la insulina humana, de acción rápida, de acción intermedia y de acción prolongada, junto con la mejora de los sistemas de administración (bolígrafos precargados frente a las antiguas jeringas) así como el desarrollo de numerosos fármacos hipoglucemiantes no insulínicos (glitazonas, inhibidores de la alfaglucosidasa; GLP1; iDPP4; iSLGT2), permite prescribir el tratamiento más adecuado para cada paciente, según sus características clínicas y personales: clase y tipo específico de diabetes, edad, ocupación, peso, propensión a hipoglucemias, etc.
Tratamientos del futuro
El futuro del tratamiento de la diabetes se dirige hacia un abordaje personalizado de cada paciente. La epigenética jugará un papel clave en el futuro inmediato, ya que el estudio de los cambios epigenéticos, tanto en las personas pertenecientes a grupos de riesgo de diabetes como en los pacientes diabéticos, ayudará a identificar más genes candidatos, que son regulados por estos factores, y que podrían dar paso a nuevas terapias personalizadas.
También se están investigando nuevas moléculas estimulantes de las células beta pancreáticas, como los activadores de la glucoquinasa y fármacos para corregir los defectos de las células alfa y beta pancreáticas. La investigación en agentes farmacológicos que podrían selectivamente restaurar el balance energético es actualmente una perspectiva emocionante para futuros tratamientos de la diabetes mellitus tipo 2.
En relación con la insulina, se investiga sobre nuevos análogos de insulinas, de liberación más constante y homogénea, con distintas duraciones de acción y con menores riesgos de hipoglucemia. También se sigue trabajando en la obtención de insulinas que se administren por vía inhaladora.
Células madre
Actualmente se dispone ya de medidores que facilitan información continua de los niveles de glucosa en sangre y en los tejidos. Estos sensores, conectados a una bomba de insulina, en caso de hiperglucemia, activan la infusión de la dosis que precisa el paciente. La investigación avanza igualmente en relación a las células madre pluripotenciales capaces de reparar el daño de las células beta de los islotes páncreaticos en pacientes con diabetes mellitus tipo 1. También se han puesto muchas esperanzas en el trasplante de islotes pancreáticos o trasplantes autólogos, para lo que aún es necesario mejorar los conocimientos disponibles sobre estas posibilidades.
El valor del medicamento en diabetes está disponible en este enlace.