La práctica de ejercicio físico, aún en una intensidad mínima –como sería, por ejemplo, permanecer de pie–, se asocia con un menor riesgo de desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Un riesgo, además, que en el caso de la mortalidad cardiovascular es igualmente inferior cuanto mayor es la intensidad del ejercicio. Así lo muestra un nuevo estudio llevado a cabo por la Asociación Americana de Cardiología (ACC) y publicado en la revista Journal of the American College of Cardiology (JACC).
En palabras del doctor Valentín Fuster, editor de la revista ‘JACC’, “el mayor beneficio es, sin lugar a dudas y con independencia de su intensidad, practicar ejercicio. Y por el contrario, también existen dos peligros: no practicar ningún ejercicio, o excederse en su intensidad sin la debida preparación”.
Siempre beneficioso
En el estudio, los investigadores revisaron las evidencias publicadas en más de un centenar de estudio con el objetivo de identificar qué cantidad de ejercicio aeróbico, así como en qué intensidad, debe llevarse a cabo para mantener una buena salud cardiovascular.
Es más; dada la creciente proliferación de carreras de resistencia y maratones, el estudio también evaluó si el exceso de ejercicio puede llegar a aumentar el riesgo de desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Los resultados mostraron que cualquier cantidad de ejercicio, y a cualquier intensidad, es mejor que el sedentarismo para la salud cardiovascular. De hecho, practicar ejercicio en menor cantidad que la recomendada por la propia ACC –150 minutos semanales de ejercicio moderado o de 75 minutos semanales de ejercicio intenso– también supone una reducción ciertamente significativa del riesgo de mortalidad cardiovascular.
Por su parte, y por lo que respecta al posible riesgo por ‘exceso’ de ejercicio, los hallazgos fueron igualmente concluyentes: tampoco hay un incremento del riesgo de ECV.
Como informa el doctor Michael Scott Emery, co-autor del estudio, “los medios de comunicación han adoptado la idea de que el ejercicio pude dañar el corazón. Y al propagar este mensaje, han desviado la atención sobre los beneficios del ejercicio como método para la prevención tanto primaria como secundaria de las cardiopatías”.
En definitiva, concluye la ACC, “la mayoría de los ciudadanos de los países desarrollados no debería preocuparse por el daño potencial que puede ocasionar el ejercicio, sino más bien por la falta de ejercicio en sus vidas”.
– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘JACC’?
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