De manera tradicional, el estrés se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Pero el estrés, entre otros efectos nocivos, también duplica el riesgo de deterioro cognitivo en las personas mayores, incrementando así la probabilidad de desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Albert Einstein de la Universidad Yeshiva de Nueva York (Estados Unidos) y publicado en la revista Alzheimer Disease & Associated Disorder.
Como explica el doctor Richard Lipton, director de la investigación, “nuestros resultados muestran de una manera consistente que el estrés aumenta el riesgo de que las personas mayores desarrollen deterioro cognitivo leve. Afortunadamente, el estrés percibido es un factor de riesgo modificable de deterioro cognitivo, por lo que constituye una diana potencial de tratamiento”.
Estrés y deterioro cognitivo
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron los datos de 507 personas mayores de 70 años incluidas en un estudio sobre el envejecimiento puesto en marcha por la Facultad en el año 1993. Y gracias a esto, los autores contaron, además de con numerosos datos físicos, neurológicos y psicosociales, con los resultados de los participantes en la Escala de Estrés Percibido (PSS), prueba en la que una mayor puntuación supone un mayor estrés.
En el momento de inicio de la investigación, los 507 participantes estaban libres de deterioro cognitivo o demencia. Pero a lo largo del estudio, 71 desarrollaron deterioro cognitivo leve amnésico (DLCa), tipo de deterioro cognitivo fundamentalmente caracterizado por la pérdida de memoria.
Los resultados mostraron la asociación entre estrés y riesgo de DLCa. Concretamente, el riesgo de DLCa es hasta un 30% mayor por cada 5 puntos más en la PSS –la escala va desde los 0 a los 54 puntos–. Un riesgo, además, que es superior en las mujeres y en las personas que tienen un bajo nivel educativo o padecen depresión mayor.
Como concluye la doctora Mindy Katz, co-autora de esta investigación estudio, “el estrés percibido refleja los problemas cotidianos que todos experimentamos, así como la manera en que los evaluamos y afrontamos. Y este estrés percibido puede ser tratado de diversas maneras, por ejemplo con una terapia cognitiva-conductual o con tratamientos farmacológicos. Un aspecto a tener en muy cuenta dado que estas intervenciones pueden posponer e, incluso, prevenir, el deterioro cognitivo”.
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