El estrés laboral que padecen los trabajadores de mediana edad, tanto mujeres como varones, da lugar al desarrollo de discapacidades una vez alcanzada la tercera edad. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por el Centro de Investigación en Gerontología (GEREC) de la Universidad de Jyväskylä (Finlandia) y publicado en la revista The Journals of Gerontology Series A.

En palabras de la doctora Jenni Kulmala, investigador principal del estudio, “en la actualidad, en torno a un 30% de los trabajadores padece estrés laboral, un problema que tiene efectos claramente nocivos para la salud de los afectados; pero, además, el estrés laboral también supone que, en el futuro, los afectados sufran limitaciones funcionales y discapacidad”.

Estrés laboral

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron durante una media de 28 años –desde 1981 a 2009– a más de 5.000 mujeres y varones trabajadores con edades comprendidas entre los 44 y los 58 años en el momento de inicio del estudio.

Concretamente, los investigadores identificaron cuatro perfiles diferenciados de estrés laboral, caracterizados por los siguientes síntomas: depresión y reacciones negativas hacia el trabajo; percepción de una disminución de la cognición; trastornos del sueño; y síntomas somáticos.

Mayor discapacidad

Transcurridos los 28 años de seguimiento, los investigadores observaron que las personas con estrés laboral tenían un riesgo hasta 2-3 veces mayor de padecer limitaciones de la movilidad en la vejez, así como una mayor discapacidad –la puntuación en las escalas de discapacidad eran entre 2 y 4 puntos mayor.

El resultado, como apuntan los autores, es que “las personas que comunicaron síntomas de estrés duraderos en la mediana edad han tenido más dificultades para las actividades básicas de la vida diaria, como bañarse y vestirse”.

El grado de limitación en las actividades cotidianas dependía, lógicamente, de la intensidad del estrés laboral sufrido durante la mediana edad. Y, asimismo, de cada persona. Pero como indica Kulmala, “los mayores que tuvieron estrés laboral tienen mayores dificultades para realizar los quehaceres diarios, caso de ir de compras, hacer las tareas de la casa, manejar los asuntos financieros, tomar la medicación o incluso utilizar el teléfono; y a todo ello se suma el hecho de que el riesgo de incapacidad para caminar dos kilómetros es de dos a tres veces mayor para las personas con síntomas de estrés constantes en la mediana edad”.

La razón para esta evolución se encuentra, según concluyen los autores, “en que los síntomas del estrés se asocian con enfermedades crónicas y un estilo de vida desadaptado; sin embargo, también es posible que la activación crónica de las respuestas al estrés conlleven un desgaste del cuerpo humano”.

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