Los varones adolescentes con exceso de peso –sobrepeso u obesidad– tienen un riesgo muy superior, más del doble, de desarrollar cáncer de esófago en la edad adulta. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro Médico Rabin en Petach Tikva (Israel) y publicado en la revista Cancer, órgano oficial de la ACS.
En palabras del doctor Zohar Levi, director del estudio, «los adolescentes con sobrepeso y obesos son propensos a padecer cáncer de esófago, probablemente debido al reflujo que padecen durante toda su vida. Sin embargo, no hay evidencias si la pérdida de peso ya en la edad adulta puede disminuir este riesgo».
Mayor riesgo
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron el índice de masa corporal (IMC) de más de un millón de varones adolescentes de Israel que, nacidos entre 1967 y 2005 y con una media de edad de 17 años, fueron sometidos a un examen de salud general de cara a su participación en el servicio militar obligatorio. Y posteriormente, relacionaron el IMC con los datos obtenidos del seguimiento de los participantes en el Registro Nacional del Cáncer de Israel.
Los resultados mostraron un mayor y significativo riesgo de cáncer de esófago, hasta 2,1 veces superior, en los adolescentes que presentaban exceso de peso –el 12,2% de los participantes en la investigación.
Es más; el riesgo, en este caso de cáncer intestinal, fue también hasta 2,2 veces superior en aquellos varones con un bajo nivel socioeconómico. Concretamente, los adolescentes con 9 o menos años de educación tenían un riesgo 1,9 veces mayor de padecer este tipo de tumor, riesgo que se resultó superior en los inmigrantes nacidos en los países asiáticos y en las ex repúblicas de la URSS –3 y 2,3 veces mayor, respectivamente.
Como concluye el doctor Levi, «una posición socioeconómica más baja de un niño tiene un gran impacto sobre la incidencia de cáncer gástrico en la edad adulta. Y tampoco queda claro si la obtención de un mayor estatus socioeconómico podría reducir los riesgos observados».
En definitiva, concluyen los autores, «siempre consideramos que la obesidad es peligrosa desde un punto de vista cardiovascular a partir de la edad de 40 años. Pero nuestras evidencias muestra que sus efectos se manifiestan a edades mucho más temprana».
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