El lenguaje, las palabras, dejan huella física, cognitiva y emocional e influyen en el comportamiento. Así lo sostiene el Dr. Luis Castellanos, autor de La ciencia del lenguaje positivo, un tratado fruto de años de investigación que concluye que el lenguaje determina el rumbo del pensamiento, la actitud ante la vida e incluso la salud y la longevidad.

“Cuantas más palabras positivas se pronuncien, mayor propensión del cerebro a construir momentos gratos. Sumar nuevos términos positivos al vocabulario puede llegar a alargar la vida. El lenguaje determina nuestra forma de recordar el pasado, hasta el punto de que los momentos de alegría y felicidad se van sumando y construyen una vida más larga y saludable”. afirma Castellanos.

La solidez con la que construimos nuestras vidas se fundamenta en el lenguaje, que cuando es positivo resulta apreciativo, es decir, se busca el lado favorable, apunta este investigador del lenguaje oral, gestual y escrito y su relación con las emociones para quien el lenguaje interno es igualmente importante: “Resulta conveniente aprender a controlar las palabras que nos decimos”, puntualiza.

Al recapitular, desde la óptica de la psiquiatría y la psicología los efectos sobre el organismo,  La ciencia del lenguaje positivo sostiene que practicarlo  mejora el funcionamiento cerebral por lo que nos vuelve mentalmente más saludables. Además, favorece la autoestima e incrementa la motivación. Reduce la angustia, pues disminuye o  evita el pensamiento negativo interno. Facilita la concentración. Promueve la creatividad, al activar el pensamiento y la agilidad mental. Y, en definitiva, mejora la calidad de vida pues el hecho de sentirse mejor, también a través del lenguaje, “incrementa de forma muy clara el bienestar y, como consecuencia, la salud”.