En torno al 49% de las personas que padece trastorno bipolar en nuestro país –cerca de un millón de pacientes– no ha sido aún diagnosticado de la enfermedad. Y en el caso de aquellas en las que se ha detectado el trastorno, tal y como han destacado los especialistas participantes en el XI Seminario Lundbeck ‘El desgobierno de la mente’, el 31% ha recibido un tratamiento para la depresión mayor, y por tanto, erróneo, y un 34% ha sufrido un retraso de un mínimo de 10 años en su diagnóstico.

La razón para esta situación, ciertamente preocupante una vez se atiende a que el trastorno bipolar puede llegar a disminuir entre 13 y 30 años la esperanza de vida del paciente, se explica por la dificultad que supone la identificación de los síntomas en las primeras fases de la enfermedad. Como explica la Dra. Consuelo de Dios, responsable del Programa de Trastornos Bipolares del Servicio de Psiquiatría en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, «el trastorno bipolar, que tiende a ser crónico y recurrente, se puede manifestar con un conjunto de síntomas psicológicos, conductuales y físicos no siempre fáciles de diagnosticar y tratar; sin embargo, muchos pacientes adecuadamente tratados pueden llevar una vida y unas relaciones normalizadas”.

Así, el trastorno bipolar, resultado de la combinación de factores tanto ambientales como genéticos, no afecta a la inteligencia, sino a la regulación de las emociones: cursa con la presentación de episodios de hipomanía o de manía, que en la inmensa mayoría se alternan con fases depresivas de duración prolongada.

Esperanza de vida disminuida

Por su parte, y además de por causas no naturales –como el suicidio o los accidentes–, la disminución de la esperanza de vida asociada con el trastorno bipolar se explica sobre todo por las causas naturales, fundamentalmente problemas cardiovasculares y endocrino-metabólicos.

En palabras de la Dra. Consuelo de Dios, «las enfermedades que con más frecuencia se presentan en el paciente con trastorno bipolar son, entre otras, la obesidad mórbida, la diabetes mellitus y las enfermedades cardiovasculares; además, los problemas de abuso de sustancias, incluyendo el alcohol, son mucho más frecuentes en el paciente con trastorno bipolar que en la población general, lo que también conlleva un alto riesgo de morbimortalidad».

Finalmente, y por lo que respecta al suicidio, «es un riesgo que siempre se debe evaluar en un paciente con esta enfermedad; no en vano, la mitad de los afectados realiza un intento de suicidio en algún momento de su evolución, y cerca del 15% acaban suicidándose», concluye la Dra. De Dios.

– A día de hoy, 8 asociaciones de pacientes dedicadas al trastorno bipolar ya son miembros de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?