El hígado es un órgano que actúa como el guardián silencioso del equilibrio interno y el bienestar general de la persona. Su funcionamiento es clave para la digestión, el metabolismo, la coagulación sanguínea y la eliminación de sustancias tóxicas. Un fallo en su actividad puede provocar graves problemas de salud y el desarrollo de enfermedades, desde cirrosis al cáncer hepático, que pueden comprometer seriamente no solo la vida y la supervivencia de los pacientes, sino también el bienestar físico, emocional y social de las personas que las padecen. Pero sin llegar a que la actividad del hígado falle, también pueden darse daños en este órganos. De hecho, los expertos advierten de que un porcentaje significativo de los españoles no tienen un hígado sano.
- Te interesa: Los hepatólogos avisan: España necesita una estrategia para frenar la escalada de enfermedades del hígado
Aproximadamente, el 30% de la población padece esteatosis hepática metabólica (EHM), según estudios poblacionales. La EHM es una de las enfermedades hepáticas más comunes, estrechamente vinculada a factores de riesgo como el sedentarismo y enfermedades como obesidad, diabetes tipo 2, síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares. Así lo manifiesta la miembro del Comité de Comunicación de la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEMEDLAB), Raquel Gómez Molina, quien señala que estos mismos factores también contribuyen al desarrollo de otras patologías hepáticas, como el hígado graso no alcohólico y la fibrosis avanzada, “lo que evidencia la influencia de los hábitos de vida en la aparición de enfermedades hepáticas”.

Alcohol y enfermedades hepáticas
En España, como remarca la Dra. Gómez Molina, el consumo de alcohol sigue siendo un hábito “profundamente arraigado” en muchas regiones, lo que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades hepáticas como la cirrosis y el hígado graso. Además, la prevalencia de la obesidad y el sobrepeso ha crecido considerablemente en las últimas décadas, “lo que favorece la aparición de enfermedades hepáticas no alcohólicas, especialmente entre adultos de nivel socioeconómico más bajo”, precisa. Un problema adicional, como apunta la Dra. Gómez Molina, es que muchas enfermedades hepáticas son asintomáticas en sus primeras etapas, lo que retrasa su diagnóstico y tratamiento.
En este sentido, incide en el estigma asociado a las enfermedades hepáticas, por su vinculación en la sociedad española con el consumo de alcohol. Esta percepción, como asegura la experta, “puede hacer que los pacientes retrasen la búsqueda de atención médica por vergüenza o miedo al juicio social, lo que complica el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado”.
De todo ello estriba la importancia de adoptar hábitos saludables para prevenir y evitar el daño hepático; sin olvidar la necesidad de un enfoque integral y multidisciplinar. Así, como asevera la experta, el abordaje de la patología hepática requiere la intervención de las áreas de Urgencias, Atención Primaria y Atención Psicológica; junto con los especialistas en digestivo y el personal de enfermería, “que juega un papel fundamental en la educación y seguimiento del paciente”.
El papel del facultativo del Laboratorio Clínico
En esta situación, el facultativo del Laboratorio Clínico juega un papel clave, tanto en la detección como en el seguimiento de este tipo de patologías hepáticas. Dado que, como asevera la facultativa del servicio de Laboratorio Clínico GAI La Mancha Centro, la Dra. María del Monte Jarabo, “es el especialista responsable de las pruebas de laboratorio en las que se basan las decisiones de los clínicos para establecer el diagnóstico. El seguimiento también se fundamenta en la evolución de las pruebas de laboratorio, así como en la mejoría clínica”.
Las pruebas de laboratorio de función hepática cubren un amplio rango de enfermedades, pero, como señala la Dra. Jarabo, un primer peldaño en la detección de la enfermedad hepática es la determinación de enzimas hepáticas. “Además de estas pruebas básicas, en función de la clínica del paciente y la sospecha, se pueden solicitar pruebas más específicas como serología para hepatitis infecciosas, autoanticuerpos para enfermedades autoinmunes, etc.”, añade la especialista.
En esta línea, las pruebas del Laboratorio Clínico son fundamentales para el abordaje del trasplante hepático, al ser una intervención médica compleja que involucra una serie de procedimientos y decisiones críticas en cada una de sus etapas, desde la evaluación del donante hasta el manejo postoperatorio. Así, como subrayan los expertos participantes en la jornada, durante este proceso, “el laboratorio clínico cumple un papel crucial al proporcionar información diagnóstica precisa mediante pruebas de función hepática, análisis microbiológicos y estudios de compatibilidad inmunológica, lo que permite determinar el estado del injerto y reducir los riesgos de complicaciones tras la operación”.
Inmunoterapia en cáncer de hígado
El desarrollo de tratamientos de inmunoterapia para el cáncer de hígado ha sido una de las innovaciones más destacadas en el abordaje de la patología hepática. Así lo indica la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), la Dra. Matilde Bustos de Abajo, quien también resalta “las actuaciones y medicamentos para la enfermedad del hígado graso no alcohólico o enfermedad del hígado graso asociada a la disfunción metabólica”. Por otro lado, en la hepatitis C, “los antivirales de acción directa han conseguido tasas de curación altas y con menos efectos secundarios que los tratamientos anteriores”, declara la Dra. Bustos de Abajo.
En los próximos años, se espera que la búsqueda de biomarcadores diagnósticos y pronósticos de la enfermedad hepática crónica para la detección precoz de cáncer hepático pueda ser una línea de investigación prometedora. En el campo de la Medicina de Laboratorio, como arguye la Dra. Bustos de Abajo, la disciplina avanzará hacia “pruebas diagnósticas avanzadas que puedan detectar y evaluar el daño hepático y la fibrosis en estadios tempranos, así como el hallazgo de biomarcadores no invasivos para evaluar esteatosis, fibrosis e inflamación”.
Asimismo, destaca que las tecnologías ómicas permitirán avanzar en la medicina personalizada y prever la progresión de la enfermedad hepática. Por otro lado, la Dra. Jarabo incide en que el avance en informática e inteligencia artificial va a permitir “optimizar la extracción de información de la gran cantidad de datos que genera el laboratorio en conjunción con los datos clínicos”.