Se entiende, habitualmente, que cuando uno tiene una enfermedad, lo que necesita son medicinas. Una pastilla, o varias, que solucionen el estado de la enfermedad. Que acudimos a la farmacia y que el protocolo está ya hecho. Tomamos la medicina unos días y estaremos mejor. Una enfermedad es buena o mala  según se consiga o no curar. Se habla de resultados, de eficacia, se habla tanto de la enfermedad y de recuperar la salud física, que a penas se habla del enfermo y de su vivencia de una forma más integral.

En el caso del cáncer, la investigación ha avanzado enormemente y afortunadamente cada vez las estadísticas dan más opciones a los pacientes, consiguiendo bien la remisión bien la cronificación de la enfermedad,  y, por eso, en muchos casos el gran reto de nuestra medicina actual pasa por mejorar la calidad de vida del paciente durante los tratamientos.

En esta línea, el cáncer de tiroides (CT) es una enfermedad que ha aumentado su incidencia en la población en general en los últimos años, pero cuya mortalidad se ha mantenido estable, y afortunadamente siempre relativamente baja.

Sin embargo,  las necesidades de los pacientes de CT van mucho más allá de tener un buen pronóstico. Porque el tener un buen pronóstico no implica una buena vivencia.

good cancer
No hay cáncer bueno. Y de eso sabemos mucho los pacientes de cáncer de tiroides aunque el desconocimiento sobre nuestro tratamiento y sobre el efecto de las disfunciones tiroideas en el bienestar físico y mental es notorio en la población española, como lo muestra nuestro informe “Impacto de las enfermedades tiroideas en la población española” y no siempre está siendo reconocido por nuestros médicos.

Conocer la necesidades de los pacientes es escucharlos, y para ello, la Dra Eva Gamper, psicooncóloga de la Universidad de Innsbruck, participó en una encuesta entre supervivientes de CT, con 121 participantes. Su objetivo fue evaluar la calidad de vida de los pacientes a través de test estandarizados que evaluaban y comparaban con la población general, tanto sus síntomas como la capacidad de seguir desempeñando sus roles familiares, profesionales y sociales.

Como ella misma cuenta en este vídeo las diferencias con la población normal, en ambos estudios fue clara, remarcando un aspecto que venimos denunciando desde las asociaciones de pacientes: más allá de la concurrencia de síntomas inespecíficos que, por si solos, muchas veces no despiertan ni la atención ni la valoración de nuestros médicos, lo que realmente sentimos es que su suma nos incapacita para seguir siendo nosotros mismos tanto a nivel personal como social. Y esto que ya de por si es suficientemente duro concurre con que se considera que estamos bien, que tenemos que estar bien, porque hemos tenido la suerte de tener un cáncer bueno,  y, así nos lo transmiten a nosotros y a nuestros familiares, por tanto, no podemos aceptarnos la debilidad, no podemos quejarnos y tenemos que seguir como si nada. Ante esto, los datos están ahí, alto y claro, el esfuerzo para seguir “como si nada” es titánico y la Dra. Gamper nos lo cuenta.

VIDEO ¿Qué calidad de vida tienen los pacientes de cáncer de tiroides? _ Eva Gamper