Las vacunas son uno de los descubrimientos más importantes en la historia de la medicina. Representan un hito fundamental en la prevención de las enfermedades infectocontagiosas, con especial repercusión en la salud pública y la pediatría. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos medicamentos alcanzan en la actualidad una cobertura del 86% de la población infantil y evitan cada año hasta tres millones de muertes.
Pero aún hay margen de crecimiento en el éxito global para la mejora de la salud del ser humano que ha supuesto la aparición de las vacunas en los dos últimos siglos. Tal y como recuerda la OMS con motivo de la celebración de la semana de la inmunización, del 23 al 29 de abril, si se lograra extender la vacunación a los 19,5 millones de niños que aún no la disfrutan (el 14% restante de la población infantil) podrían impedirse hasta 1,5 millones más de fallecimientos.
Arsenal terapéutico
A día de hoy, la viruela es la única enfermedad completamente erradicada de la naturaleza por el ser humano gracias a las campañas de vacunación puestas en marcha en los años sesenta. El arsenal terapéutico contempla ya más de 40 vacunas para la prevención de 25 enfermedades evitables.
Más allá de sus evidentes beneficios para la salud de las personas, las vacunas tienen además un notable impacto positivo sobre la sostenibilidad de los sistemas sanitarios y, por ende, sobre las cuentas públicas y las economías de los países.
Tal y como demuestran diversos estudios científicos, por cada dólar invertido en vacunación infantil contra la difteria, el tétanos y la tosferina se ahorran a largo plazo un total de 27 dólares, nueve de ellos en costes sanitarios directos. La tasa de retorno de la inversión en inmunización en países en desarrollo asciende a 44 veces el coste de la vacunación, si se tienen en cuenta todos los beneficios sociales y económicos que genera. Sólo la erradicación de la viruela ha evitado 40 millones de muertes en el mundo y ha generado un ahorro de 2.000 millones de euros anuales.
Las vacunas son los medicamentos a los que se le exigen los estándares de seguridad más elevados: todas las vacunas que se usan actualmente han demostrado claramente su eficacia y seguridad, tal y como garantiza la propia OMS. Son productos biológicos complejos y sofisticados. La industria farmacéutica innovadora emplea alrededor de 12 años y más de 500 millones de euros en desarrollar una nueva vacuna. Producir un solo lote puede llevar a una compañía farmacéutica hasta más de 30 meses.
Durante los últimos 30 años, el desarrollo de vacunas se ha acelerado gracias a una mejor comprensión de la patogénesis microbiana y la respuesta inmune humana. Como resultado, en 2016 se encontraban en desarrollo o en espera de aprobación más de 250 nuevas vacunas. En la actualidad, la investigación incluye vacunas para prevenir enfermedades como el VIH/SIDA, la malaria, la tuberculosis e incluso el ébola, así como otras para tratar enfermedades no infecciosas como algunos tipos de cáncer.