Con el Día Mundial del Alzheimer a la vista (21 de septiembre), el Teatro Amaya de Madrid se va a convertir en el punto de arranque de la gira ‘Unos días para recordar’, un espacio de ocio para visibilizar y concienciar sobre este tipo de demencia. Del 12 al 15 de septiembre, entre sus paredes los asistentes podrán disfrutar de una tarde lúdica a la vez que informativa: talleres de musicoterapia, sesiones de escape room y, como colofón, la obra de teatro ‘Aquellas migas de pan’, que una vez terminada dará paso a un coloquio entre equipo artístico, público y especialistas de la Fundación Alzheimer España (FAE) para resolver dudas relacionadas con esta patología.
La pieza teatral, adaptación al castellano de ‘Breadcrumbs’, obra de la escritora estadounidense Jennifer Haley, está dirigida por la también actriz Inma Cuevas y protagonizada por Mónica Bardem y Carmen Ibeas. Somos Pacientes ha podido entrevistar a estas dos últimas, que nos han contado cómo este trabajo les ha ayudado a estrechar sus lazos con la comunidad de pacientes de alzheimer y sus familias.
¿Cómo se aborda desde la obra la problemática del alzheimer?
Carmen Ibeas (CI): Durante toda la etapa de ensayos, todos en el equipo nos documentamos y compartimos entre nosotros mucha información, tanto a través de libros como visionando documentales de personas que vivían la enfermedad en primera persona. Estuvimos en contacto constante con la patología y siempre intentando que el punto diferenciador de la obra fuese el punto de vista del paciente y de sus familiares y cuidadores.
Mónica Bardem (MB): La obra, que Carmen ha traducido maravillosamente, tiene una poética increíble que recuerda al teatro lorquiano, a Tennessee Williams. Leyéndola encontrábamos la información que necesitábamos pero, como actrices, necesitábamos herramientas para hacer ese texto orgánico, desde la más absoluta verdad y respeto. Porque mi personaje, Alida, en algunos momentos dice grandes barbaridades. Pero cuando conoces la enfermedad entiendes que las personas con alzheimer atraviesan todos los estadios por los que pasa Alida: la desconfianza, la sospecha, la dureza verbal…
CI: De hecho, estuvimos estudiando esos estadios con la idea de incorporarlos al texto, pero en la obra ya estaban descritos todos perfectamente, y remarcados en la función. Entendimos que la autora se documentó un montón y fue muy rigurosa a la hora de escribir el texto. Y eso nos ha facilitado mucho el trabajo y nos ha dado las alas para podernos centrar en lo más emocional.
Llama la atención cómo se juega con los colores y las luces. ¿Tienen alguna conexión con la enfermedad?
CI: Claro que sí, todo hay que agradecérselo a nuestro técnico de luces y escenógrafo, Javi Ruiz de Alegría, que es una eminencia en su campo. Planteó un escenario muy sencillo para que no interfiriese en la transmisión del mensaje, que es complicado. Estamos dentro de la cabeza de Alida y a veces las historias parecen inconexas, porque te está contando su pasado y su presente como ella lo está viviendo. Por otra parte, se quiere transmitir una imagen de otoño. Primero, porque la historia transcurre de otoño a otoño, pero también para plasmar la pérdida de memoria como las hojas que van cayendo.
Además, tenemos una tripolina con unas luces embebidas que quieren representar las sinapsis cerebrales que según va avanzando la enfermedad de Alida se encienden de una manera o de otra. Hemos intentado acompañar la historia tanto con la escenografía, como con las luces y la música -que fue creada ad hoc en los ensayos por Jordi Collet- para que la vivencia del espectador sea más completa.
¿Habéis tenido la oportunidad de enriquecer los personajes conociendo a pacientes o familias afectadas, a través de ese vínculo que tenéis con la Fundación Alzheimer España?
MB: El contacto ha sido posterior, a través del ‘feedback’ que nos ha dado el público. En los principios teníamos muchas dudas sobre si la obra gustaría a aquellos que conviven con la enfermedad, si la encontrarían atractiva, interesante, dura… el cómo reaccionarían sabiendo lo que tienen en casa. Y la respuesta ha sido increíble, viendo cómo esos familiares y cuidadores directos se emocionaban y nos agradecían el mensaje lleno de luz, de ternura y de respeto que transmite la obra, mostrándonos cómo se enfrentan a ese transcurso inevitable que tiene la enfermedad.
CI: Venimos al Teatro Amaya a estas jornadas de conciliación sobre el alzheimer con mucho recorrido detrás, porque estrenamos en 2022 y empezamos la colaboración con la Fundación en 2023. Con ellos hemos organizado coloquios a lo que acudíamos con miedo, porque iban a venir familias, cuidadores, neuropsicólogos y no sabíamos si la obra les iba a molestar o a ofender. Pero ha sido todo lo contrario.
La obra cuenta de una manera muy delicada, sin entrar en detalles escabrosos, el proceso completo de la enfermedad, y muchos de los que han venido a verla nos han confirmado que se han visto reflejados. Creo que estos coloquios posteriores a la obra enriquecen mucho la experiencia, para nosotros es un regalo poder participar de ellos en directo.
¿Cómo surgió ese vínculo con el entorno paciente?
CI: Surge de Nico Varona, productor de Varsovia Producciones. Él desde el inicio tuvo muy claro que la obra debía contar con el amparo de una asociación de pacientes. Como también es actor, cuando ha tenido que representar a personajes con algún tipo de patología o condición siempre se documentaba con profesionales vinculados a pacientes, y creyó conveniente que en este caso hiciésemos lo mismo.
Cuando representamos en el Teatro Infanta Isabel de Madrid le contamos a la Fundación el proyecto y se enamoró de él. Sus representantes vieron claro que se puede llegar al grueso de la población a través de la cultura, no sólo desde lo científico, y que con esta obra podíamos comunicar mensajes como la importancia de impulsar el diagnóstico precoz incluso entre un público joven.
¿Y cómo se está captando a ese público joven?
CI: Hemos organizado representaciones matinales con institutos desde que estrenamos, y vamos a seguir con ello, participando con programas de salud mental. Trabajar en esta línea ayuda de forma directa a asociaciones como la Fundación Alzheimer España. Normalmente la gente que acude allí tiene más de 40 años y son familiares de pacientes, pero no suelen tener contacto con usuarios más jóvenes. Y gracias a estos pases conseguimos que este grupo poblacional de menor edad tenga un mayor conocimiento sobre la enfermedad, sus síntomas, cómo prevenirla, etc.
La gira ‘Unos días para recordar‘, dedicada a conciencia sobre la Enfermedad de Alzheimer, pasará también por las siguientes ciudades:
- 19 de septiembre: Zaragoza, Teatro de las Esquinas
- 11 de octubre: Aranda de Duero (Burgos), con sesión matinal para institutos y función de tarde para público general.
- 9 de noviembre: Ciudad Rodrigo (Salamanca)
- 15 de noviembre: Valladolid
- 29 de noviembre: Burgos, con sesión matinal para institutos y función de tarde para público general.