Con motivo del segundo aniversario del fallecimiento de José Augusto Colis, codirector del CRL Nueva Vida, recuperamos para nuestra web el artículo de Juan Fernández Blanco, Dir. del CD de Alcalá de Henares, publicado en el boletín 38 de la Asociación Madrileña de Rehabilitación Psicosocial.
A través de este boletín, dedicado a la figura de José Colis, la AMRP quiso rendir homenaje a la trayectoria profesional y las múltiples contribuciones de Colis a la rehabilitación laboral de personas con trastorno mental.
«Aún sobrecogidos, abrumados, profundamente entristecidos por el fallecimiento de José Colis, esta
asociación, su asociación, la AMRP, no puede dar a luz a este Boletín sin, desde la remembranza, rendirle un emocionado homenaje, tan sincero como merecido. Socio veterano siempre supo estar ahí para lo que se le pidiese o necesitase. Haciendo de la discreción su seña de identidad, contribuyó a la asociación con colaboraciones para el Boletín y formando parte de su consejo de redacción; participando en Jornadas y Congresos; impartiendo cursos y perteneciendo a la Junta Directiva. Quienes tuvimos ocasión de estar a su lado, en alguno de estos menesteres, admiramos sus muchas virtudes, disfrutamos de su ingenio ubérrimo y aprendimos que para hacerse notar no hace falta meter ruido.
José era un profesional de alto caletre, de los que cuesta encontrar. Inteligente, creativo, brillante, con fundamento y coherencia, comprometido como el que más con las personas que sufren un trastorno mental grave. Su prestigio en el ámbito de la rehabilitación laboral siempre estuvo fuera de duda y discusión. Es difícil poder presentar las credenciales técnicas que él atesoraba. En el Blog Patio de Luces, en el Proyecto Redes, en el Proyecto Chamberlin, en los guiones para vídeo y cómic, en la dirección de
vídeos de sensibilización, dejó su impronta inigualable, su saber hacer, su estilo eufónico y elegante, y sus conocimientos profundos y rigurosos sobre la rehabilitación psicosocial en general, y muy especialmente, sobre la rehabilitación laboral. Él tenía ese don de lo conspicuo que acompaña a las personas que lucen con luz propia. Al lado de Virginia Galilea, continuamente a su lado, y al frente de un talentoso equipo,
llevaron al CRL Nueva Vida a ser el referente de la rehabilitación laboral tanto en Madrid como en el resto de España.
Cuantas veces acudimos, y acudiremos, a sus escritos a buscar información, a beber de sus conocimientos para mejorar los nuestros, a encontrar en ellos una buena herramienta de formación y aprendizaje.
De su pluma salían textos cuidados que evidenciaban su dominio del castellano. Manejaba la sintaxis con ortodoxia académica. Ordenaba y combinaba las palabras con precisión gramatical que devenía en oraciones lustrosas y armónicas. Sin atildamiento ni culteranismo fatuo, sabía encarrilar una prosa pulcra, fulgente, feraz y lúcida.
Baste como muestra esta sugerente perla que dejó en nuestro Boletín. “Debe interesarnos y comprometernos la idea de la mujer y el hombre que busca y se constituye como proyecto; esa capacidad de proyección que abre el horizonte a la posibilidad nueva, posibilidad que se vuelve asiento de la esperanza”. Es seguro que, para tantas y tantas personas, José Colis siempre fue ese espejo en el que mirarse, esa estela que seguir. Con un estilo personal austero, a la vez que distinguido, manejaba la prudencia con oficio, destilando un ánimo comedidamente alegre pues no era amigo de la alharaca y la estridencia. Hacía gala de una educación refinada, que hoy tanto se echa de menos, lo que de forma natural le apartaba de la vulgaridad sin alejarlo de una suave campechanería.
Nunca charlar con él era baladí o insulso. Conversador melifluo, de verbo ágil y agudo, era capaz de sorprenderte hasta cuando frivolizaba. Hablar con él era pasar un buen rato y sobre todo, a poco atento que estuvieses, aprendías, siempre aprendías. Por eso, y por tantas otras cosas, cuesta tanto decirle adiós.
Recordarle será para siempre un preciado y enriquecedor estímulo, pero también un abrupto sentimiento que, cual látigo lacerante, encoge el alma. Nos tenemos que hacer a la idea que quiso el destino, ese dios ciego, hijo del Caos y de la Noche que lleva en sus manos la urna fatal que encierra la suerte de los
mortales, arrebatarte de entre nosotros.
Tu ausencia, al menos a algunos, nos sumió precipitadamente en una amargura ponzoñosa que sólo los recuerdos y el tiempo, nunca el olvido, nos permitirá digerir. Duele hondo habernos quedado sin un referente profesional y humano, pero sobre todo, aun nos duele mucho más habernos quedado sin un amigo noble». (Juan Fernández Blanco)